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martes, 17 de abril de 2018

Avarnia Meridional - Reporte 4


Saludos, muníficos lectores.

Una templada mañana de abril, Tamnus promete sobre un libro sagrado que retornará para dar una vida decente a su nueva esposa una vez haya acabado sus labores como asistente de alguacil. El joven bandido reinsertado se casó por error con la chica pública de la aldea de Hierbajas y abandona la población con la Compañía del León y el Cocodrilo, sin saber muy bien qué será de su futuro.

El resto de miembros de la compañía que parten hacia el este son:
  • Tawizu, la joven princesa úmira azul.
  • Arguskar, el clérigo de piel oscura.
  • Netir, el apuesto guerrero avarno.
Y, además, se les unió sigiloso Thrasaric, avarno también, y entrenado en las artes del asesinato.

Los cinco pusieron camino hacia una villa taryana próxima, o más bien sus ruinas. Habían oído rumores de que, hace siglos, su dueño había sido un general taryano que había llevado a cabo grandes campañas en el este y que los sótanos estaban llenos de tesoro y/o embrujados.

Al caer la tarde alcanzarón las ruinas y, entre ellas, encontraron una trampilla de hierro que daba paso a unas escaleras.

Comenzaron a explorar las estancias del oscuro sótano, en el que les llamó la atención encontrar algunos de los símbolos sagrados de Dushrat, el país del gran río, tallados en las arcadas.

Al fin dieron con una puerta que parecía conducir a un aljibe por el sonido del agua. Netir, a la cabeza, la abrió con mucho cuidado y, tras ella, un cadáver cubierto de vendas se abalanzó sobre él.

Lo prometido es deuda.
Los alguaciles comenzaron a defenderse, pues otro cadáver emergió en emboscada de detrás de la hoja de la puerta, y otros tres les atacaron desde otra sala para rodearlos.

Al fin con magia sagrada, fuego y espada consiguieron dar buena cuenta de los no muertos. Su lentitud permitió que Tawizu y Arguskar rociaran el pasillo de aceite para que Tamnus les lanzara una antorcha. Y las otras dos cayeron por la luz divina del clérigo del León dorado y la espada de los guerreros.

Sin embargo, Thrasaric, que se había arrojado valientemente a derrotar a una de las momias, había recibido un golpe mortal en el cuello y cayó con un último estertor.

Con gesto sombrío sus compañeros cubrieron el cuerpo con sal y lo envolvieron con telas, planenado llevarlo a Lóvaraz para darle santa sepultura en su catedral, con todos los honores de un servidor del duque. Y ya, de paso, vender el ingente tesoro que hallaron en forma de joyas de Dushrat y objetos de oro.

También había cosas mayores que no se podían llevar, como un gran tonel de buen vino, los sarcófagos ricamente trabajados de las momias o cuatro grandes estatuas: una de una esfinge-carnero dushratia y otras tres de deidades de aquel país: hombres con cabeza de buitre, chacal y serpiente respectivamente. Horribles ídolos de adoración al Caos que Arguskar se propuso exorcizar para luego destruir en el futuro.

Pero no era ese el momento: cargaron su tesoro y su amigo caído en sus monturas y pusieron camino al sur, de vuelta a Lóvaraz.

Así, pero en muchacha.
Ya en los oasis del valle del Salúhn, pero antes de cruzar este caudaloso río, oyeron gritos en un palmeral y sonidos de combate, por lo que acudieron veloces en su auxilio. Allí encontraron a una joven devota del León dorado luchando por su vida contra seis horribles esqueletos reanimados por la maldad del Caos, que Arguskar expulsó con su luz redentora. La chica, úmira de veintipicos años, dijo llamarse Livia y ser también una clériga guerrera dedicada a erradicar el caos de este mundo y que había intentado derrotar a los esqueletos en una cueva cercana cuando fue atacada por ellos. El propio Arguskar se intersó bastante por ella e hicieron buenas migas intercambiando opiniones teológicas.

Así alcanzó al fin el grupo las murallas de Lóvaraz, para ellos excentas de portazgo por su calidad de alguaciles, y se instalaron en la enorme posada conocida como el Palomar, para descansar tras dos semanas de viajes y aventuras, poner en orden sus asuntos y dedicarse a tareas algo más mundanas... Como gastarse el dinero en lujos y juergas. Por las historias de borracho de Arguskar sabemos cómo aconteció todo esto.

Una vez más se ha cumplido la justicia del duque y sus tierras son ahora algo más pacíficas, y Légobar, el juglar más rápido de Avarnia Meridional, se apresura a consignarlo en verso vulgar.  Muchas gracias por leerme. Para más info sobre Avarnia Meridional consultad el índice de entradas. Valmar Cerenor!


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