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martes, 5 de junio de 2018

Avarnia meridional - Reporte 6


Muchas cosas han ocurrido a la compañía del León y el Cocodrilo desde la batalla de la Atalaya, en la que derrotaron a Osgak el cruel, hijo del líder del clan osgo del Escarabajo Rojo.

Tras una breve parada en uno de los fuertes avarnos, escaparon de los alrededores del campamento osgo del Escarabajo Rojo tras haber dejado la cabeza del hijo de su líder en las cercanías intentando culpar a un clan rival, como era su plan. Escaparon a todo galope hasta Llanancha, una aldea a unas leguas al sur, donde consiguieron llegar al caer la noche.

A la mañana siguiente la mayoría de ellos estaban reventados, por lo que los dos magos, Landin y Aghrat, y la guerrera Tawizu y su explorador Tamnus partieron hacia el sur intentando alcanzar una maravilla: una gran concha en espiral fosilizada. Se hicieron acompañar de un guía local llamado Septimus, quien piensa que casi todo está embrujado. Especialmente las cosas embrujadas. Si están embrujadas será por algo. En Llanancha también les hablaron de Zhassima Vahjapari, la naga negra que gobierna desde hace poco un oasis maldito no muy lejos de la caracola, y que ahora comanda un pequeño ejército de seres del caos.

Recorrieron el camino hacia el sur sin mayor dificultad. Y en el proceso, encontraron un campamento de pastores nómadas entre unas ruinas, que les hablaron de un campamento orco cerca al este y de cómo habían sido esplazados del sur por la rebelión fanática de Nahdriz, el líder rebelde / religioso de una federación de clanes úmiras que se oponían al reinado avarno inspirados por el fervor religioso de un nuevo culto opuesto a la ley.

Finalmente, cansados por recorrer el camino con extrema precaución, decidieron acampar con un viejo solitario a dos leguas de la maravilla. Este hombre, Regulus, estaba aquí a la espera de viajar hacia un caravasar al oeste, donde buscaría refugio. Les habló además de cómo, de mozo, había ido a explorar un zigurat azagaro al oeste, pero él y sus amigos habían sido expulsados del lugar para un lamassu oscuro que lo guardaba. Interesados por esta historia de tierras lejanas se fueron a dormir, a duras penas, oyendo a lo lejos la risa de las hienas.

A la mañana siguiente, en lugar de proseguir en pos de la caracola, decidieron cumplir su labor como alguaciles y acompañar al bueno de Regulus de vuelta a Llanancha, ya que estaba más cerca que el caravasar al que se dirigía en un principio. Se pusieron en camino con la misma cautela y eso debió salvarles la vida, pues notaron que una gran criatura se aproximaba volando y pudieron ver entre los árboles algo que parecía un grifo o un león alado, pero completamente negro. Recordando las historias de la noche anterior, Septimus empezó a gritar que el anciano Regulus estaba embrujado y era perseguido por el lamassu oscuro. No obstante, pronto vieron que el ser se dirigía al este, hacia el campamento de los orcos.

Pero en estatua.
Decidieron no atacar a la criatura incluso cuando estuvo al alcance de sus arcos y prosiguieron hasta la aldea. Pero al sur, entre una floresta, Tamnus encontró algo: una gran estatua taryana de un poderoso dragón, semioculto entre una floresta de la sabana seca, que antaño marcaba una frontera septentrional, pero ahora estaba lleno de musgo y suciedad. Se sintieron maravillados y notaron cómo su gloria como exploradores aumentaba enormemente por haber hallado esta maravilla de un tiempo antiguo.

Al llegar a la aldea encontraron a los nómadas y a sus compañeros aún entre las pajas rezongando y preguntándose qué podría haber pasado en el sur.

A la mañana siguiente decidieron ponerse todos en camino de nuevo hacia la gran caracola siguiendo la misma ruta ya hollada por sus compañeros, uniéndoseles Arguskar, el clérigo de piel oscura, Amanthos, el montaraz áratha, y Netir, el guerrero avarno. Los magos, por su parte, decidieron quedarse en Llanancha para contribuir a su defensa en caso de ser necesario y estudiar ciertos pergaminos que la compañía les había confiado.

Los alguaciles de la compañía del león y el cocodrilo atravesaron sin problema la sabana hasta la región donde encontraron a Régulus unos días atrás, y allí tuvieron un segundo encuentro: una comitiva de hombres armados, vestidos de negro, y con el doble de fuerzas que los servidores del duque. Al aproximarse sigilosamente, Amanthos el montaraz pudo determinar que llevaban estandartes que representaban una serpiente verde sobre un fondo negro, y él y sus compañeros pronto determinaron que eran adoradores del caos. Dado que se estaban dirigiendo exactamente en la misma dirección que ellos, los siguieron cautelosamente hasta un lugar donde crecían muchos árboles frutales y donde la comitiva negra se detuvo a hacer noche.

Tawizu, la guerrera, y Amanthos examinaron su campamento sigilosamente, detectaron su disposición y sus guardias, con lo que trazaron un plan: ambos, los más silenciosos, acabarían con un guardia que guardaba la parte sur, se introducirían en el campamento para asesinar a los que pudieran mientras dormían y entonces toda la compañía lanzaría una carga sorpresiva sobre el campamento, una de sus tácticas favoritas.

A pesar de que el guardia estuvo a punto de dar la voz de alarma al enfrentarse al cuchillo de Tawizu, una pronta flecha de Amanthos le dio muerte al clavarse en su boca, y los dos alguaciles tuvieron vía libre para pasar a cuchillo a algunos de los adoradores que aun dormían, igualando los números.

Al mandar Amanthos una señal mágica, todos lanzaron sus dromedarios y caballos al galope, resolviendo rápidamente la escaramuza con una pronta matanza. Uno de los adoradores casi logró escapar, pero fue interceptado derrotado. El último guardia del campamento, al verse superado, estuvo a punto de lanzarse sobre su propia espada para no ser tomado prisionero, pero no tuvo la presencia de ánimo para hacerlo y simplemente se rindió.

De él descubrieron los alguaciles que se trataba de un culto al servicio de la Naga Negra, que se dirigían también a la caracola para tomarla y convertirla en un santuario al caos que incrementara el poder de su señora.

Así, procedieron a despojar a los cadáveres, reunir el tesoro que pudieran encontrar (que incluía alcohol y un relicario con un cáliz hecho a partir de un cráneo, ropas rituales valiosas y viales de un extraño líquido rojo), destruir la estatua serpentina que representaba a Zhassima la naga y quemarlo todo, incluyendo, a recomendación de Arguskar, al desdichado adorador del caos. Una pena, se lamentaban sus compañeros, hubiera valido un buen pellizco como esclavo.

Tras esto continuaron al día siguiente hasta la gran caracola, una verdadera maravilla natural, una altísima concha fosilizada terminada en una gran punta en espiral y encastrada en un cerro rocoso. Los alguaciles la exploraron y descubrieron que, aunque tenía numerosas cuevas, solo parecían ser guridas de animales y trasgos. Pero desde la altura del cerro vieron otras cosas de interés, como una cúpula de extraña construcción o un altísimo obelisco.

No obstante, decidieron reagruparse antes que explorar alguno de estos hitos y volver ese mismo día a Llanancha. Cuando estaban a punto de llegar, pudieron ver de nuevo al lamassu negro, recortado contra el sol del atardecer, mientras volaba hacia el sureste.

Hallaron a Llanancha, dos días más tarde, mucho más poblada por la llegada de los refugiados nómadas del sur y de tropas de refuerzo llegadas de los fuertes para hacer frente a posibles avances por parte de los orcos o el lamassu oscuro. Informaron de la presencia de este al gobernador militar de la plaza y este les indicó que en la dirección en la que volaba solo hay unas viejas ruinas cubiertas de vegetación.

Sabiendo esto, nuestros aguerridos amigos compartieron estas historias con algunos más de los locales y se dispusieron a hacer noche, preocupados por el destino que esperaba a esta parte del ducado.

Una vez más se ha cumplido la justicia del duque y sus tierras son ahora algo más pacíficas. Así Légobar, el juglar más rápido de Avarnia Meridional, se apresura a consignarlo en verso vulgar. Muchas gracias por leerme. Para más info sobre Avarnia Meridional consultad el índice de entradas. Valmar Cerenor!

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y este señor podrías ser tú!
Pero en el sur, otro grupo de alguaciles se halla bajo la cruel mano de una banda de adoradores del caos...

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