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viernes, 11 de enero de 2019

Oro maldito de Belcebú


En Ablaneda no es raro encontrar grandes cantidades de oro, normalmente, guardado por duendes, cuélebres o encantadas, o en tesoros en castros mouros o cofres olvidados. Normalmente las monedas son de las más diversas denominaciones: monedas de reinos olvidados, ases de oro romanos, libras de la Reina Silva... Y muchas que simplemente están tan desgastadas que es imposible distinguir sus grabados.

Pero entre estas grandes pilas de monedas no es raro encontrarlas de otro tipo: monedas claramente acuñadas en las cecas de los infiernos que portan retratos de príncipes infernales (especialmente Mammon, señor de la codicia), pentágonos, marcas de machos cabríos o los indicativos "ANNO DCLXVI" o XES, entre otros símbolos malignos.

Estas monedas por lo general son rechazadas por todas las gentes de bien, al ser percibidas (justamente) como una herramienta del maligno para hacer caer a las buenas gentes en pecado. Y generalmente solo las usan personas de baja vida a las que un poco más de pecado ya no les supone nada como criminales, ronderos, hechiceros o las malas gentes de la puebla de Madriguera, donde reinan los ladrones. Muchos consideran que incluso fundirlas para extraer el oro trae mala suerte, cosa que bien podría ser cierta, pues no es bueno jugar con las obras del Maligno.

No obstante, además de su valor como metal precioso y moneda de cambio, estas monedas malditas tienen otras propiedades. Muchas de estas no han podido ser confirmadas por quien escribe estas líneas, por lo que se aconseja que aquellos que hagan uso de esta lista se armen de discreción:
  • Es la única moneda aceptada por seres demoníacos que, en la mayoría de otros casos, rechazan el dinero entre risas.
  • En cantidades ingentes, es útil para realizar rituales demonológicos y ayuda a la atadura de diablos.
  • Las monedas vibran ligeramente en presencia del mal o cosas tocadas por el Maligno.
  • Al usarlas para decidir algo a cara o cruz, el resultado siempre servirá para hacer progresar los planes del mal.
  • Llevarlas en grandes cantidades corrompe, haciendo que su portador sea más propenso a los pecados capitales.
  • Enterrarlas en los campos hace que las cosechas sean más abundantes durante tres años, para luego marchitarse los tres siguientes.
  • El agua de una fuente donde hayan estado sumergidas estas monedas siempre saldrá clara, pero de sabor extraño.
  • Algunos saludadores las usan para extender el poder de sus maldiciones e invocaciones infernales.
Pero con todo, es mala idea acumularlas. La Iglesia, siempre despierta para estos asuntos, envía constantemente clérigos a recolectar estas monedas (por las buenas o por las malas) y destruirlas en enormes crisoles consagrados, no muy distintos de los que reservan para las brujas o los textos heréticos.

Los hombres de sabios harán bien en librarse de cuantas monedas de esta condición hallen a la mayor prontitud.

Gracias por leerme. Valmar Cerenor!

2 comentarios:

  1. Sin querer caí en esta post
    Por la madrugada soñe con esa moneda y nombraron a belcebú pense que solo era un sueño y lo busqué, quedé como loca la casulidad

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