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viernes, 20 de septiembre de 2019

La ciudad de los ladrones | Avarnia Meridional - Reporte 26

Llenos de rabia y consternación por la súbita traición de Amanthos, la compañía del León y el Cocodrilo llegó hasta los dominios de Nahadriz, el profeta (antaño rebelde) de la Ley, que se encontraba en la retaguardia mientras sus fuerzas de fanáticos ponían sitio a los palacios sumergidos de la Naga Negra.

Allí, a cambio de una generosa donación para mantener el asedio a los servidores del Caos, el profeta usó sus poderes para revivir a Tifriq, el doctor místico, tras celebrar sacrificios sobre su cuerpo. Allí también se unió a sus filas la enana Saba Marqash, zelote de la ley, y el guerrero Azûlay recuperado de las heridas que recibió unos meses atrás en el asalto a la villa de los cultistas.

Hecho esto, los alguaciles pusieron rumbo finalmente a su destino: Gakduk, la gran ciudad del sureste de la región, dominada por gremios de ladrones que, según habían oído, estaban siendo infiltrados por servidores del drakoculto de Muerte-Que-Oculta-El-Sol, la dragona roja que había despertado en el desierto.

Su compañía llegó hasta los muros de la gran ciudad sin muchos problemas y fueron recibidos a las puertas por emisarios de los "honrados gremios de mercaderes" de la ciudad. Acamparon a las tropas fuera y entraron en la ciudad a echar un ojo. Allí vieron que en esta urbe sin ley, todo se vendía y se compraba sin el menor pudor. "¡Son chacales! ¡Chacales con piel humana!" se indignó la enana Saba al pasar a un tratante de chacales y piel humana.

La popularidad de la compañía del León y el Cocodrilo y la Muerte de Ébano pronto dio sus frutos y consiguieron dos citas: una con el líder de uno de los dos mayores gremios (Servius el Rubicundo, líder de los dos dedos negros) y con un contrabandista de fuego de alquimista, cuya venta era de las pocas cosas vedadas en la ciudad.

El Rubicundo los recibió en la planta superior de una posada, pues los líderes de los gremios rara vez tienen una base bien conocida. Vigilados por guardias y a través de una pantalla de lienzo que solo dejaba entrever su figura, los miembros de la compañía le dejaron entrever sus preocupaciones sobre la infiltración del culto y él les dijo que estaba más que dispuesto a colaborar y que él mismo sospechaba de un gremio menor, conocido como Los Tres Ojos, bajo la protección del gremio rival, La orden de los cuatro vientos.

Los alguaciles no se hicieron de rogar y, tras comprar esa noche al marchante de fuego de alquimista su género y enterarse de que había más gente comprándolo en cantidades, volvieron a su campamento listos para acudir al al día siguiente a la posada de Los ojos, sede de los Tres ojos.

Ese era su plan, pero, al entrar a la ciudad al día siguiente escucharon gritos a lo lejos incluyendo cosas del estilo "muere en el nombre de Muerte-Que-Oculta-El-Sol, muere por la virgen de las llamas". Acudieron a las prisas y vieron a una cara familiar: una guerrera rubia a la que habían conocido en el norte cuando iba de camino a unirse al culto de Nahadriz, defendiéndose contra varios hombres vestidos con capucha. Por suerte, los alguaciles la aydaron a defenderse.

Les explicó que era Hunila y que había venido con otros miembros del culto para erradicar la adoración al Caos de la ciudad. Su líder era un hombre llamado Tácito e iban acompañados de otros soldados y sacerdotes, incluyendo otra de las viejas conocidas: Dassina, aunque la maga Lucretia no se les había podido unir en esta misión. Todos menos Tácito e Hunila habían hecho voto de silencio hasta haber completado su misión.

Ellos también sospechaban de los Tres Ojos, por lo que acompañaron a los alguaciles y se quedaron en guardia fuera de la posada mientras los líderes del León y el Cocodrilo entraban.

Tras unos momentos tensos al principio, aceptaron darles audiencia con su líder. Su segundo al mando les condujo al tercer piso, acompañados de los guardias juramentados del gremio, que tenían un ojo grabado en la frente. No obstante, usando su visión mágica, el mago Peptukin confirmó que en efecto estaban rodeados del aura roja de los cultistas de la dragona.

Así, fueron conducidos a una sala en la que solo había una percha en la que reposaba un loro con tres ojos... que empezó a hablar con ellos. La negociación no fue bien: los alguaciles pronto decidieron acabar con la criatura que aseguraba ser el líder del gremio de los Tres Ojos, pero descubrieron que un campo de fuerza mágico rodeaba la percha y, cuando las cosas se pusieron feas, el loro gritó que nunca lo atraparían, voló hasta el techo, tocó en él con el pico y una trampilla se abrió para dejarlo escapar.

Los alguaciles entonces lucharon con los miembros juramentados del gremio, poniendo a un puñado de ellos en fuga y acabando con muchos, incluyendo con el segundo al mando, que resultó ser mago y ventrílocuo, pues proyectaba su voz para que pareciera conjurar desde otros lugares.

Mientras la compañía ponía orden con el resto de miembros, confusos por lo que había pasado, los fugitivos se toparon con los seguidores de Nahadriz, que les persiguieron por las calles.

Por suerte habían capturado a uno de ellos y, tras un poco de tortura por parte de Saba, confesó dónde estaba el templo donde el culto se escondía para llevar a cabo sus rituales.

Se introdujeron en los subterráneos y siguieron lo sonidos de la batalla a través de las celdas llenas de cultistas derrotados hasta el santuario principal donde al fin hallaron a las fuerzas de la Ley y el Caos cruzando las espadas.

Se dispusieron a correr en su ayuda, pero entonces Dassina, la sacerdotisa, se volvió contra ellos y lanzó fuego divino contra ellos, haciendo que Saba y Azûlay cayeran. Tawizu, que había logrado resistir gracias a su natural resistencia y a su protección como ungida, consiguió arrastrar a Peptukin fuera de los subterráneos mientras Hunila reía y gritaba que no podría escapar de Nahadriz, el tejedor de mentiras.

Así lo que quedaba de los líderes del León y el Cocodrilo huyeron de vuelta a su campamento.

Un día negro para la justicia del duque y sus tierras. Así Légobar, el juglar más rápido de Avarnia Meridional, se apresura a consignarlo en verso vulgar. Muchas gracias por leerme. Para más info sobre Avarnia Meridional consultad el índice de entradas. Valmar Cerenor!


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