Páginas

miércoles, 30 de abril de 2014

Zayif (Dioses y cultos I)

En efecto voy a añadir un par de anexos de creación propia a Zayif. Este, en concreto, trata de lo que considero una de las partes más importantes de la ambientación: las distintas religiones más o menos importantes que podemos encontrar en la Ciudad Roja y sus dominios.


Jaach Nur de los Mil Vástagos

Bajo la Casa del Lamento no solo vive el abotargado demonio crustáceo Jaach Nur y sus hijos incontables. Toda una caterva de adoradores humanos los sirven y solo a ellos les está permitido entrar y salir de las puertas rematadas con plomo de la cúpula oscura.

El servir a Jaach Nur es una forma retorcida de vocación. Solo pueden y quieren entrar a formar parte de tan horrible clero aquellos cuya mente ha sido tocada por el Horrible Señor. El demonio se introduce en los sueños de sus elegidos y comienza a enviarles visiones e instrucciones para que se dirija a la Casa y lo sirva por el resto de sus días. Muy pocos pueden resistirse a esta llamada, algunos lo intentan, pero no tardan mucho en sucumbir, los que realmente lo consiguen acaban con su mente totalmente destruida y corrompida por las cada vez más incesantes llamadas del Horrible Señor.

Poco se sabe realmente de lo que hacen una vez en poder del demonio crustáceo. Rara vez se ve salir a ninguno de sus adoradores enajenados y, cuando lo hacen, son objeto de temor por los harapos negros que visten, su penetrante olor y su comportamiento extravagante. Aún con todo, está penado con la muerte hacer daño a ninguno de ellos y esto puede incluso aplicarse a interferir con cualquier cosa que se les ocurra hacer.

No obstante, suelen estar mayormente cuerdos y son capaces de explicar que han salido a cumplir algún misterioso designio que su señor les ha enviado en sueños. A veces se ven obligados a viajar durante años hasta llevar a buen término estas búsquedas y poder volver a la Casa del Lamento.

A través de estos adoradores viajeros se sabe un poco de lo que hacen en el interior de la cúpula: mantener una vida monástica, comer de las ofrendas que les hacen llegar y las prevendas de parte del Sultán a las que tienen derecho, entonar cánticos, disfrutar de las visiones que les producen los efluvios que brotan de las profundidades de los túneles que hay bajo la Casa... Y, por supuesto, una vez cada trece años, sacrificar a cientos de personas en una orgía de sangre que dura tres días y en la que los gritos de los sacrificados resuenan tanto en la cúpula que un profundo terror sume a la Ciudad Roja mientras dura.

Dioses tradicionales de Zayif

El panteón Zayifio es amplio y complejo, y ha cambiado mucho a lo largo de los siglos, por lo que aquí solo trataremos los dioses más relevantes de la época que nos ocupa, aquellos que más atención reciben en la gran Plaza de los Templos. Estos dioses son generalmente antropomórficos, pero a menudo incluyen características animales, especialmente la cabeza.

Sjtn-Turot es el rey de los dioses y, como tal, le corresponde tener dos cabezas de águila: una coronada de plata y la otra de oro. Mientras que la primera mira al pasado y vela por la Sabiduría, la otra mira al futuro y vela por la Justicia. Todas las ceremonias oficiales del Sultanato se realizan en su nombre, pues se le considera patrón y protector del estado zayifio. A consecuencia de esto, su opulento Gran Colegio de sacerdotes goza de un inmenso poder: su aquiescencia es clave para los gobernantes y el tenerlos de su parte puede significar que un nuevo gobierno tenga o no éxito, pues no pocas veces su influencia ha hecho que se impugnen las elecciones de alguna de las dos cámaras. No obstante no todos sus clérigos son miembros de tribus acaudaladas que han podido colocar a sus hijos en uno de los más importantes mecanismos del poder, también se forman muchas cofradías menores cuyas agendas suelen ser conservadoras, de rechazo a influencias externas a la Ciudad Roja y no pocas veces violentas.

El templo de Elelel, el dios con cabeza de cuervo, es el segundo edificio más alto de Zayif tras la Torre de las Mil Dagas. Los zayifios mantienen que son los dominios de Elelel de donde vienen los sueños de los hombres y también que es allí donde el dios lleva las almas de los difuntos para reposar eternamente. Por eso los habitantes de zayif no destruyen sus cuerpos con el fuego ni los entierran en la tierra donde el dios no podría encontrarlos, sino que los dejan en la cima de altas torres, donde las aves devoran la carne y dejan que el espíritu vuele y sea recogido por el dios negro. Todas las ciudades y pueblos tienen sus propias Torres Negras, pero la de la propia Ciudad Roja es una y enorme. En ella residen los adoradores del dios, que han hecho voto de silencio perpetuo, pues Elelel también vela por los secretos, es por esto que a menudo se dice que han sido instruidos por el propio dios en secretos mágicos traídos del lugar de donde vienen los sueños.

Los sabios y los marineros adoran a la Vieja del Mar, aquella que sostiene serpientes y ha vivido más que el mundo, la que odia y ama a los humanos al mismo tiempo. No tiene culto per se y sus templos en la Plaza no son más pequeñas capillas. No obstante cuenta con la eterna devoción de los gimnosofistas, que le tienen dedicado un gran espacio en su Casa de Baños, donde crían serpientes y guardan sus libros más secretos: es frecuente que los estudiantes cuiden de las serpientes para atraer el favor de la anciana diosa y obtener parte de su sabiduría. También hay dedicado a ella un gran templo en Dragón de Piedra, por donde pasa todo marinero zayifio que tema las tempestades.

Otras deidades populares de Zayif son los hermanos Yertaw y Rakas. Yertaw, el dios zorro, es el patrón de los comerciantes, los viajeros y los ladrones: sus templos son pequeños, altos e intrincados; y sus clérigos hacen voto de viajar sin parar y de mentir una de cada tres veces (no está claro que esto sea verdad). Estar a buenas con este dios puede ser buena idea en Zayif, pues en sus templos puede descansar cualquiera que llegue, y los hay incluso en los lugares más insospechados. Su culto también es popular en el sur, donde se le representa como un efebo con la cara innaturalmente bella de las mantícoras como símbolo del engaño.

Rakas, por otro lado, es el señor de la guerra y se regocija en la destrucción. A él acuden todos aquellos que tienen intenciones violentas y, aunque hay cada vez menos zayifios de sangre y más mercenarios con dioses extraños, es el patrón de los ejércitos de la Ciudad Roja. Lo más normal es representarlo con cabeza de lobo, pero existe una gran variación a este respecto: muchos de los habitants del río le dan cabeza de cocodrilo, los habitantes de las montañas lo representan como dios halcón, los de la jungla, como dios tigre, o como dios tiburón en el mar. En Dragón de Piedra incluso llegan a representarlo con cabeza de dragón. Pero no siempre aparece como depredador: muchos generales lo adoran con cabeza de mastín para representar la guerra sometida y reglada, y en el este a menudo se lo representa con cabeza de caballo.

Y aún hay otras muchas deidades como Azjves, el dios agrícola al que se representa como toro o semental o macho cabrío por los pastores o ciervo o jabalí por los cazadores o como protector de lugares salvajes. O Kol-enyl, la diosa con cabeza de osa que protege el hogar. O Ranjig, la diosa yegua de la luna, que protege a las mujeres y las artes. O Aeshenamarit, el dios niño de la luz dorada.

Pero la mayoría de estos dioses no son tan populares en el sur como es la poderosa diosa de las junglas: Zheenoldtinaldhat. Desde tiempos inmemoriales ha sido la patrona de las tribus del sur, especialmente de los Rak'gar y así ha ido desplazando a otras deidades, apoderándose de sus atributos. Es la gran madre blanca, que vela por todos sus hijos, les da la vida y vuelve a tomársela llegada la hora. Gran cantidad de escuelas místicas se han formado en base a este concepto cíclico y no es raro ver en las calles de las aldeas de Ragma a hombres desnudos repitiendo una y otra vez el nombre de la diosa para conectar con ella en vida. Zheenoldtinaldhat, además, tiene la peculiaridad de ser una diosa especialmente sangrienta, no solo exige sacrificios mucho más frecuentes que cualquier otro dios zayifio, sino que además es la única que acepta en circunstancias de excepcional desgracia, sacrificios humanos.

De Dravsay, el duis héroe, y la Capilla de la Eterna Búsqueda ya se habló suficiente en su momento.

Gracias por leerme. Valmar Cerenor!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Una limosna para la cruzada: