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jueves, 24 de septiembre de 2015

Planos del caos (2): teorías

Existen ocho planos del caos cuya meta no es otra que crromper el mundo:
  1. El plano de las tormentas de tigres.
  2. El plano del fuego, la locura y el láser.
  3. El plano del movimiento perpetuo.
  4. El plano de los pantanos de tiempo.
  5. El plano de las inhumaciones.
  6. El plano de la aleación negra.
  7. El plano de la carne.
  8. El plano de las flore, el azúcar y las cosas bonitas.
A menudo se habla de los planos del caos como si fueran lugares para simplificar su comprensión, pero a la hora de describir de forma más completa su naturaleza, esta metáfora se nos queda corta.

Una buena forma de describirlos es como una suerte de fuerza que rodea y acosa el mundo del orden. Muchos sabios coinciden en que el caos es infinito mientras que el orden es finito y, en buena medida, irreemplazable. Nuestra frágil realidad es una gota de aceite apena aislada de un océano de horror.

Y a veces este horror se filtra en alguna medida; intentando hacer que nuestra realidad explote desde dentro.

No obstante, aunque el caos es uno, existen distintos planos, como los distintos colores del espectro de la luz. ¿Pero existen realmente como una separación real o solo son categorías humanas para distinguir los distintos efectos que el caos produce en nuestro mundo.

Es cierto que a veces pueden observarse hechos que pueden pensar que los planos del caos son en realidad un continuum, pero en muchas más ocasiones parecen ser totalmente discretas. Después de todo el caos no es totalmente silente: de él emergen inteligencias que parecen confirmar la existencia de los planos como unidades distintas y a veces incluso enfrentadas. Claro que no sabemos si esto es solo una artimaña más para confundir nuestras pobres mentes.

Podemos ver cómo ambas perspectivas sitúan los ocho planos en un círculo, generalmente con el de las tormentas de tigres en la parte más alta y el de las inhumaciones en la más baja, siguiendo el orden tradicional establecido por los místicos locos de Sardaar.

Cortesía de Dan.
A menudo se establecen relaciones entre planos según su posición relativa en este círculo. Aquellos que están adyacente son considerados "aliados", mientras que aquellos que aquellos en posiciones opuestas son considerados "enemigos" o "enfrentados" y es cierto que las aberrantes inteligencias producidas por el caos y aquellos que rinden pleitesía a un caos concreto suelen considerar como enemigos a aquellos opuestos.

Algunas de estas relaciones de enemistad son fáciles de ver: el poder siempre cambiante y leve de las tormentas de tigres se opone al estatismo y gravedad del plano de las inhumaciones. Las alucinaciones infantiles del plano de las flores, el azúcar y las cosas bonitas se oponen claramente al horror del tiempo estancado y el limbo que constituye el plano de los pantanos de tiempo.

¿Pero cómo se oponen exactamente los otros dos pares? El plano de la aleación negra es el más creativo de todos: genera utensilios de todo tipo sin razón, motivo o lógica. Sus productos son claramente artificiales, pero son también una burla de la civilización, pues carecen por completo de propósito. En cambio el plano del fuego, la locura y el láser es el más destructivo de todos y, por supuesto, el menos sutil en cuanto a sus planes para reducirlo todo a la nada.

De la misma forma, aunque puede parecer que el plano de la carne con sus horribles mutaciones contribuye al movimiento perpetuo, esto no es en realidad así. El movimiento perpetuo busca existir en un estado inalterado y jamás obstaculizado que solo puede conseguirse liberándose de las trabas materiales: como desear que la música pudiera producirse sin necesidad de los músicos. El plano de la carne, sin embargo, resulta mucho más estático, necesario para el horror corporal que intenta infundir en aquellos a los que toca.

A menudo se usan estas oposiciones para intentar establecer ejes que expliquen la relación entre todos los planos: material-espiritual, dinámico-estático, vida-muerte, creación-destrucción... Pero aun así se nos escapa el orden que subyace a este caos. Probablemente porque no lo hay...

Gracias por leerme. Valmar Cerenor!

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