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viernes, 2 de diciembre de 2016

Sukero City Actual play (21)

Hola de nuevo, amigos, soy yo otra vez, Natsuki, el uniforme escolar parlante y vengo a hablaros de lo que ha pasado en lo que Kha llama "campaña de testeo de Sukero City". Bueno, en realidad, no soy un uniforme, sino el fantasma de una chica muerta que fue a parar a un uniforme que luego fue comprado de segunda mano... Es una larga historia. Pero si queréis seguirla bien, podéis echar un ojo al resumen de lo ocurrido hasta ahora que os hice hace un par de meses.

¡Por fin es martes! Podemos olvidarnos de secuestros, sectas raras y misterios e ir a relajarnos un par de días a unas aguas termales en las montañas a las afueras de la ciudad. Así que Cath, Valerie, Satoshi, Boos y yo cogimos el bus por la mañana temprano y llegamos al mediodía al... "Ryokan Mysterio".

Bueno, era de esperar si lo preparaba todo, Valerie, es una buena amiga, pero a veces está un tanto demasiado obsesionada con los asesinatos... Era todo una trampa...

A pesar de los reparos iniciales y las miradas acusatorias contra Valerie, entramos para estar completamente relajados hasta el miércoles por la mañana. Y, de paso, dimos unas vueltas al establecimiento: un edificio de tres plantas con el comedor abajo y los baños naturales anexos. En la segunda planta había una pequeña terraza y en la tercera, donde nos quedábamos, el pasillo estaba decoarado con una mesita bajo una reproducción de uno de los Girasoles de Van Gogh.

Dejamos nuestras cosas (bueno, ellos dejaron sus cosas) y bajamos de vuelta al comedor para que nos explicaran las reglas ahora que habíamos llegado.

Allí ya estaban esperando los otros huéspedes del ryokan: dos chicos y una chica vestidos de negro que parecían nerviosos y bastante poco habladores. Nada sospechoso hasta aquí.

Al parecer los dos empleados de la posada eran dos chicos de unos 16-17 años, una chica mayor llamada Hanna y su hermano menor Kenny, bajito y con gafas. Fue Hanna la que nos explicó que, mientras hablaba, las puertas del Ryokan Misterio se estaban cerrando a cal y canto y la valla eléctrica empezaba a funcionar. Nada ni nadie podría salir ni entrar de los terrenos hasta que se resolviera el acertijo: un código de secreo de cuatro números que había que introducir en orden a la primera. O eso o simplemente esperar 24 horas, pero entonces no nos harían el ansiado descuento en la estancia.

En eso estaban cuando una señora mayor, al parecer la abuela de ambos hermanos, entró en el comedor enajenada gritando cosas como "¡viene a por nosotros!" y "¡estamos perdidos!" hasta que los chicos se la llevaron para que reposara. Y así comenzó el juego.

Llegados a este momento mis sospechas no hacían más que reducirse. Era todo una escena ensayada para meternos el miedo en el cuerpo, ¿verdad?

Los chicos no perdieron tiempo e inmediatamente empezaron a buscar pistas:

Catherine, Valerie y yo fuimos directamente al tercer piso e inspeccionamos la caja bajo el cuadro de Van Gogh. Para abrirla había que insertar el número total de sillas, camillas y hamacas del ryokan: pan comido 28. En el interior había un papel con un 4 y una calavera muy mona.

Boos fue a darse un chapuzón en los baños bajo el cerezo y en el fondo bajo el agua descubrió que una de las baldosas tenía un 1 grabado.

Satoshi salió a mirar por la terracita y encontró un acertijo escrito en la baranda: «me llaman afilado pues soy padre de lanzas, mas prefiero llorar dulces lágrimas por las que me celebran en el norte. Busca donde piso y no serás defraudado». Así que inmediatamente fue al gran arce que hay frente al ryokan, escarbó entre sus raíces y sacó un papel con un 6 o un 9 que decía en el lado "soy una nariz, no una oreja". Así que un 6, claramente.

Ya solo faltaba un número, pero entonces todos oyeron un grito que venía del comedor en el edificio y corrieron a ver que pasaba.

La abuela del lugar estaba desmayada sobre la barra junto a una taza de tila derramada y Hanna también había acudido a ver que pasaba, horrorizada. Le tomaron el pulso y parecía que estaba solo dormida. Satoshi echó un ojo a la taza con motivos de camelias y no parecía tener nada raro, a pesar de que había un 63 en el fondo.

Cath y Boos (y yo) ayudaron a Hanna a llevar a la abuela hasta la casa cercana donde vive la familia, pero a Valerie se le ocurrió un plan colateral: ¿por qué no iban ella y Satoshi (wink, wink) solos (wink, wink) a colarse en la habitación de los otros huéspedes a echar un ojo? Porque tenían toda la pinta de tramar algo sospechoso. A Satoshi no le pareció mala idea el allanamiento y así se dividieron.

Nosotras, por nuestra parte, llegamos a la casita y dejamos a la abuela en su cama. Hanna nos contó que no era la primera vez que la abuela había tenido estas visiones, que le había pasado otra vez cuando era muy pequeña y que había salvado a su familia de una gran desgracia. Cath, echando mano de sus habilidades detectivescas y una muestra de la tila que había llevado consigo, concluyó que tenía alguna clase de somnífero y eso les hizo sospechar a todas. De modo que sacó su guante de producir pistas a hostia viva y pidió a Hanna que cerrara los ojos y pensara muy fuerte en su abuela.

Entre tanto, Valerie y Satoshi, viendo que no habría forma de forzar las cerraduras electrónicas, se colaron en el cuarto de esos tres por la ventana, aprovechando que parecían estar liados buscando pistas también en el bosque.

Removiendo sus cosas encontraron equipaje normal, una cámara más o menos de caildad y, sobre todo, un libro titulado Guía de carretera para satanistas, "1001 ideas para cometer atrociddades", y en él había una entrada sobre el Ryokan Misterio. Hacía como 50 años había sido escenario de un horrible rito satánico y así había ganado fama como "Ryokan misterio", aunque se fue olvidando con las décadas. El libro sugiere que el lugar en lo profudno del bosque de arces donde se hallaron los restos de la carnicería es muy propicio para invocar demonios...

Y entre tanto Cath estaba arreando a la pobre Hanna, que gracias al poder del guante de producir pistas tuvo una visión en la que Kenny recibía una pastilla de somnífero de la chica del otro grupo de huéspedes y la ponía subrepticiamente en la tila de la abuela mientras se la preparaba.

Pero no nos dio tiempo a terminar de sorprendernos pues pronto oímos ruidos en el bosque: los dos chicos del otro grupo iban de vuelta al edificio principal.

Eso es todo por esta vez. Seguiremos con esta escabrosa y... ¿salaz? Kha, ¿sabes lo que significa "salaz"? Bueno, como sea, seguiremos con esta historia en la próxima entrega de los actual play. Hasta entonces, gracias por leerme a mí y a Kha. Valmar Cerenor!


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