Hola de nuevo, amigos, soy yo otra vez, Natsuki, el uniforme escolar
parlante y vengo a hablaros de lo que ha pasado en lo que Kha llama
"campaña de testeo de Sukero City".
Bueno, en realidad, no soy un uniforme, sino el fantasma de una chica
muerta que fue a parar a un uniforme que luego fue comprado de segunda
mano... Es una larga historia. Pero si queréis seguirla bien, podéis
echar un ojo al resumen de lo ocurrido hasta ahora que os hice hace ya casi un año.
En la última entrega quedó todo en un punto álgido de la aventura en el Ryokan Mysterio: por una parte, Valerie y Satoshi se colaban en las habitaciones del otro grupo que se alojaba en el hotel y descubrían que se trataba de una banda de satanistas psicópatas que intentaban recrear un horrible ritual que había tenido lugar hacía años en ese mismo sitio. Por otra parte, Catherine y Boos descubrían que la abuela que regentaba el local había sido víctima de los somníferos que su propio nieto, Kenny, había puesto en su bebida bajo las órdenes de la chica del grupo de los satanistas. Su hermana mayor, Hanna, no da crédito.
Y entonces, desde la casa de la familia, ven a los dos chicos del grupo de los satanistas dirigirse al hotel principal, donde aún está el otro grupo.
Así que Cath echó mano de su actitud de "que le den a todo", sacó el arco que suele llevar consigo, se puso en la puerta de la casa a disparar a esos dos. Dio al primero, que cayó inmediatamente al suelo y no tardó en darle al segundo, que le siguió.
"¿Cómo han caído tan rápido?".
"Flechas con tetrodotoxina, les ha dejado paralizados".
"¿De dónde has sacado eso?".
"Internet".
"¿Cómo es que venden eso en internet? Podrías matar a alguien".
"Sí, deberían prohibir comprar lejía o matarratas también".
Sin sospechar nada del percal, Valerie y Satoshi van a la casa a informar de sus descubrimientos. Val se pega algo a Satoshi y le dice que, vaya, que en la ciudad no tienen tantas emociones. Pero por desgracia Satoshi es más denso que el uranio y no llega a nada. Cuando ellos mismos llegan a la casa, se encuentran a los dos satanistas atados con mangueras.
Así que pusimos los descubrimientos en común y llegó el momento de decidir el siguiente paso. Tras detectar con su cibercerebro los móviles de Kenny y la chica en lo profundo del bosque, Boos tiene una idea.
"¿Qué os parece si me transformo en gato y me acerco sigilosamente a ellos".
"Perfecto, así no tengo que gastar más flechas".
De modo que Boos se transforma con el dolor y gritos habituales y se interna sigilosamente en el bosque hasta que ve a Kenny y a la chica organizándolo todo para el ritual: pintando cosas en el suelo, colocando velas, abriendo un libro tocho... Tienen un trípode colocado, pero les falta la cámara. Informa de todo esto al resto a distancia.
Cath: "Kenny está en esto solo porque cree que va a mojar".
Satoshi: "Si les dejamos celebrar su misa negra, igual el chaval mete tanto... Pero no sé... Quizá invoquen demonios y Kenny no me cae tan bien".
De modo que, tras este sesudo razonamiento, Satoshi también se interna en le bosque para apoyar a Boos, en una clásica maniobra envolvente.
Director: "Eh, espera, acabo de recordar que los ferales pueden hablar con voz humana en su forma animal. ¡Eres Salem!".
Así que el curso de acción era obvio: salir al descubierto haciéndose pasar por una encarnación de Satanás.
Al verlo, los chicos no podían creérselo. Cath sugirió que se les lanzara a la entrepierna, pero su sugerencia fue desoída.
Chica satánica: "¡Por fin funciona! ¡Y no hemos matado a nada aún!".
Kenny: "¡Woah!".
Mira que si será fácil invocar cosas en Sukero como no te salga...
Boos, usando una de las refinadas estrategias a las que nos tiene acostumbrados, se sube a la cabeza de Kenny por ninguna razón particular.
Chica satánica: "¡Te ha bendecido! ... Espera, ¿por qué a mí no?".
Satoshi se toma eso como una señal para saltar de entre los árboles sobre la chica e inmovilizarla por sorpresa. "¡Así que rituales satánicos, ¿eh?!".
Boos resulta que sí tenía un plan, porque mantiene los ojos de Kenny cerrados durante todo el proceso, confundiéndolo más que otra cosa. Pero de pronto desapareció con un sonoro ¡puf! [nota: su jugador tuvo que irse temprano] y Kenny, viéndose libre del gorrogato, huyó por los bosques.
Pero algo es algo, así que Satoshi lleva a la chica de vuelta a la casa y la deja en las capaces manos de Cath mientras él sale de nuevo a buscar a Kenny.
[Aquí comenzó el interrogatorio como un encuentro social. Una de las acciones es simplemente preguntar algo al PNJ y responderá sinceramente siempre que no tenga razones para no hacerlo].
Cath: "¿Quién eres?".
Laura: "Laura, tengo 20 años".
Cath: "¿Qué estabais intentando hacer?".
Laura: "No tengo por qué contestarte a eso".
Cath: "No estás en posición de negarte?".
Laura: "¿Y si no qué? No sois la policía. Yo soy mayor que tú".
Cath: "Y yo he visto morir a más gente que tú".
[Tirada de Intimidación exitosa].
Laura: "... Está bien, íbamos a mataros a todos. No por nada personal, era solo coincidencia...".
Cath: "¿Está Kenny compinchado con vosotros?".
Laura: "Sí, no fue difícil convencerlo, la verdad. Quería ver si realmente podíamos invocar algo".
Cath: "En ese caso ponte cómoda, vamos a llamar a las fuerzas del orden y vais a entregaros. Si intentáis algo raro os vais a arrepentir".
[Fin del encuentro].
Laura simplemente bajó la cabeza y miró al suelo derrotada.
Satoshi volvió en ese momento sin haber conseguido encontrar al chico, pero volvió a salir para buscarlo con la ayuda de su hermana Hanna, que conocía mejor el recinto. Finalmente lo encontraron bajo la encimera de la cocina como un vulgar quitagrasas, y no tardó en unirse al resto de sus cómplices.
Ya nos estábamos congratulando, incluso Boos (que había reaparecido misteriosamente tras intercambiarse con un sonoro ¡puf! por Satoshi) cuando Hanna nos recordó que, aún con todo, el juego sigue. Cath dijo que era comprensible, pero que al menos la policía podría entrar y Hanna respondió que no, que nadie puede entrar ni salir, que es lo bonito del juego.
Podían simplemente esperar al día siguiente, pero corría prisa, de modo que juntaron todas las pistas para sacar el número de cuatro dígitos: el 4 bajo la pintura de los girasoles, el 1 en la piscina del baño bajo el cerezo, el 6 en las raíces del arce y el 63 en la taza con camelias.
Buscando el resto de tazas, se dieron cuenta de que todas tenían números múltiplos de 7. Así que ahí estaba: 4167. Ahora el único problema era el orden, pero con un poco de botánica resultaba evidente que iba por el orden en que florecían o perdían las hojas las plantas: la camelia en invierno, el cerezo en primavera, el girasol en verano y el arce en otoño.
Y tras un rato de discusión, decidimos que la primavera iba primero, así que el código era 1467. Las puertas se abrieron, la policía se encargó del asunto. Todas estábamos muy cansadas para pensar en dónde demonios podría haber ido Satoshi, así que nos dimos un baño, nos fuimos a dormir pronto y a la mañana siguiente dejamos el Ryokan Mysterio y nuestra aventura allí.
Gracias por leerme a mí y a Kha. Valmar Cerenor!
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