lunes, 29 de mayo de 2023

Por qué llevo la cuenta de (casi) todo

Saludos, muníficos lectores.

Hace tiempo (cuando yo todavía usaba Twitter), comenté en un tuit que una de las mejores ideas que había tenido en mucho tiempo era que apuntaba todos los gastos e ingresos que hacen mis PJ en la campaña OSR de Stonehell que dirijo. Pero creo que el único que estaba de acuerdo era yo mismo, porque no faltaron los compadres tuiteros que me decían que eso era cosa de los jugadores, que hacer tantas cuentas no era rol, que al final eso lo que hacía era distraer de la narración, que mejor las tiradas de riqueza, etc., etc., etc.

No obstante, desde entonces he empezado a llevar la cuenta de otras cosas, como los PX con los que acaban los personajes al final de cada sesión o las provisiones que tienen en su base (y el ritmo al que las consumen cada día). De modo que pueden pasar dos cosas: o yo soy un tremendo drogadicto y estoy muy equivocado o tengo razones para hacerlo.

En primer lugar decir que, claramente, esto no se aplica a todos los juegos, pero es muy importante en los juegos que me gustan donde la gestión de los recursos (o, como me gusta llamarla, administración de la escasez) tiene un papel muy importante por encima de factores narrativos. Y además de recursos no meramente restringidos al combate, sino el tipo de cosas que necesitas para llevar a cabo grandes empresas como expediciones, administrar feudos, organizar mercenarios, etc. En definitiva, el estilo que se suele conocer como OSR que a su vez es parte de una tendencia más general de simulacionismo y creo que es una punta del triángulo que forma junto con el rol más orientado al narrativismo y la actuación, y el rol más enfocado a los combates y la táctica. Creo que es un estilo de juego que a menudo se confunde con este segundo y, en general, es poco conocido y vilipendiado, por eso quiero aprovechar para hablar un poco de él con la excusa de esta tontería.

En primer lugar debo admitir que la principal razón de que lleve la cuenta de todo esto es que simplemente me gusta. Cuando me preguntan cuál es mi videojuego favorito, respondo que Excel. Soy así, soy gilipollas, lo siento. Pero lo peor es que en este caso me prometí que para la campaña de Stonehell usaría el ordenador lo menos posible, así que llevo toda esta contabilidad a mano, en tablas hechas a medida con hojas de cuadros y tiene un encanto que simplemente me disuelve. Pero, como digo, esto realmente no es un argumento, simplemente os lo digo para que veáis con qué tipo de monstruo estáis tratando.

En términos más objetivos, llevar toda esta contabilidad da al juego una mayor sensación de confianza y honestidad. Normalmente los buenos directores ya tendrán la confianza de sus jugadores, pero tener más no puede hacer daño y creo que mis jugadores valoran que me tome el tiempo de asegurarme que se mantiene la máxima coherencia. Además, siempre tengo en mente las palabras (en broma) de uno de mis jugadores en la última sesión de la campaña anterior “pero, Kha, si en realidad no sabes el dinero que tenemos”. Y como digo, era en broma, pero el jodido tenía razón.

Por otro lado, concretar al máximo este tipo de cosas conducen a desafíos interesantes que emergen por sí mismos. Ven cuándo se van a quedar sin provisiones en la base y puede que tengan que ir a comprar más en el momento más inoportuno, por ejemplo. Pueden verse en problemas con los impuestos si llevan grandes cantidades de dinero en metálico, etc. Además, aunque (todavía) no llevo la cuenta de los proyectiles que llevan sí les obligo a llevarla ellos y precisamente esta entrada la escribo después de haber tenido una anécdota interesante.

Los jugadores se encontraron un foso grande donde había ocho víboras bastante gordas (metro y medio de largo cada una) y decidieron asaetearlas, pero yo les dije “¿cuántos proyectiles tenéis? Porque es posible que os quedéis sin ellos antes de matarlas a todas y entonces tenéis un problema”, lo que les hizo replantearse el asunto por completo.

Por otro lado, siempre es útil que haya una doble contabilidad, para que los jugadores corrijan errores del DJ y de viceversa. Esto es especialmente flagrante en el caso de los PX, donde la gente suele olvidarse de apuntarlos o lo hace mal y siempre se están preguntando unos a otros cuántos PX tienen para estimar cuántos deberían tener ellos. Brr.

Además, llevar un control de las compras que han hecho favorece tener un control del tiempo y permite remontarse al pasado. En esa misma sesión, sin ir más lejos, el personaje del mago me preguntó de qué era el pergamino que se había comprado hacía dos sesiones y por suerte yo lo tenía apuntado (hechizar persona). Y eso es solo un ejemplo de tantos. Además, al estar dirigiendo una megadungeon, así tengo un registro del tesoro que han encontrado y no tengo que ir mirando el módulo de 1500 salas para repescarlo.

Finalmente, creo que llevar este nivel de control y que los jugadores lo sepan es que se contagia y se crea un círculo virtuoso donde los jugadores también ponen más de su parte para llevar también la contabilidad. Uno de mis jugadores, que dirige también por su lado, es el intendente del grupo y me llegó a decir “si llevase el registro de mis propias campañas tan bien como llevo la intendencia en Stonehell, mis jugadores fliparían”.

Gracias por leerme. Valmar Cerenor!

2 comentarios:

  1. La atención al detalle dota de verosimilitud al mundo de juego, y demuestra el compromiso del jugador y del DJ con la campaña y con los demás. Supongo que la clave es centrar la contabilidad en lo importante para el juego, desechando la cuenta de algunas cosas a favor de otras.

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  2. En campañas hago lo mismo. Y como bien has apuntado, es un hervidero de semillas de aventura.

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