Zayifios, hombres del valle
Los antiguos pobladores de lo que después sería Zayif eran de muy diversas etnias, aunque en los tiempos de la unión basicamente se podían diferenciar en dos: los hombres del valle y los hombres de la jungla. Los hombres del valle habitaban casi toda la zona, mientras que los hombres de la jungla eran una extraña etnia que vivía en las junglas de Ragma al sur. Tras la creación de Zayif como nación los hombres del valle aceptaron convertirse en un solo pueblo, pero en modo alguno está unido, los nombres de las antiguas tribus aún se recuerdan, junto con todo tipo de viejas rencillas y enemistades. La posición que un zayifio del valle ocupa en su tribu y la posición que su tribu ocupa en la escala de poder lo marca de por vida. No son demasiado altos ni demasiado bajos, y su color de piel es cetrino. Su pelo suele ser entre marrón y negro, a veces rubio o pelirrojo: la tradición manda que mujeres y hombres por igual tengan la cabeza afeitada, pero las mujeres suelen llevar pelucas con peinados que serían imposibles con pelo natural y los hombres se hacen tatuajes decorativos o sagrados en el cráneo. Esto es una muestra de estatus y se prohíbe a los esclavos cortarse el pelo, por lo que los que se quedan calvos se ven obligados a portar modestas pelucas. Debido a lo estéril de su tierra son bastante trabajadores, pero también son gente dura, acostumbrada a la guerra (ya sea contra los aarakokra, contra los bebedores silenciosos o contra los terribles seres del noroeste) y a vivir penalidades, no obstante la vida cada vez más cómoda y decadente de la capital ha acabado por diferenciar entre dos tipos: los de la propia Zayif y los de 'las provincias'. Los zayifios de la ciudad tienen fama de mentirosos, timadores y gente de mal vivir, es decir, de urbanitas. Los de provincias son considerados incultos, secos y poco sofisticados... Y las diferencias entre ambos son notables. Las tribus de las provincias aún consideran honorable presentar batalla con el escudo y la lanza, pero en la capital prefieren métodos más sutiles.
Ragmitas, hombres de la jungla
Estas gentes se diferencian bastante de los zayifios. Aunque tienen una cultura común que se remonta a hace más de cuatrocientos años, estas gentes siguen teniendo sus propias costumbres (para empezar, no se afeitan), sus propios dioses, su propia lengua y no participan tan directamente en el intrincado juego político de las innumerables tribus zayifias. Físicamente son muy parecidos a los zayifios, aunque posiblemente se deba al mestizaje. Se dice que los hombres del bosque 'puros' son bastante más altos que los zayifios, y también más morenos (aunque hay grandes y curiosas excepciones). Sus cabellos suelen tener mechones de verde o rojo y en raras ocasiones incluso todo el pelo, lo cual (junto con sus prominentes melenas) extraña bastante a los zayifios. Cada generación nacen algunos con el pelo blanco, y son considerados gente muy especial, son enseñados y adiestrados para que sirvan al marqués de Rak'gar como guardia y consejeros y son sacrificados a la diosa Zheenoldtinaldhat en tiempos de gran necesidad, pues le placen sobremanera. Tienen fama de gente rústica, y el hecho de que en las zonas en las que son comunes no haya ninguna ciudad de más de 10.000 habitantes no hace más que reafirmar esta creencia. Todo este conjunto hace que tengan fama de extraños y raros, aunque también es algo con lo que los zayifios han aprendido a vivir con el paso del tiempo.
Hradvar, los norteños
Al norte, cruzando el mar, pasadas las costas de la Tierra de la Miseria y los restos calcinados de lo que antes fue la capital imperial de Vanna, se encuentran los norteños. No son un pueblo unido, ni siquiera una etnia unida: hay cientos de pueblo bajo lo que los zayifios llaman 'norteños', y generalmente solo tienen en común que vienen del norte, los zayifios los llaman hradvar porque así se llamaba la primera tribu con la que tuvieron contacto. A los demás no les gusta y no dudarán en recitarte su genealogía entera si les das la ocasión. Si los comparamos con los zayifios, los norteños sí que tienen algunos rasgos compartidos: son más altos y pálidos que el zayifio medio, y sus cabellos generalmente son de colores mucho más claros. En el sur tienen fama de grandes comerciantes y marinos, aunque desde hace unas décadas se están ganando una (por un lado merecida) fama de piratas y ladrones. Tampoco tienen opción ahora que las temibles amazonas septentrionales han descendido con la Madre de los Glaciares hasta sus bosques y han pasado a fuego y espada a todos aquellos que no se dejaban esclavizar o huían. La suya ya era una tierra que dura y fría, pero se ha vuelto mucho peor ahora que el Invierno mismo ha conquistado sus tierras. Aunque se llevan siglos haciendo tratos con los norteños, bien poco se sabe realmente de ellos y de la lucha que ahora libran en su tierra natal. Son muy celosos a la hora de guardar sus tradiciones y no suelen hablar de ellas, la mayoría ni se digna en hablar en su lengua ante un extranjero si no es totalmente necesario. Se sabe que antes adoraban a las tres diosas del invierno para que no destruyesen sus hogares y a ellos mismos, pero dado que parece que han faltado a su parte, los hradvar parecen bastante dispuestos a experimentar con otros dioses y no pocos de ellos se han unido al culto de Yaldabaoth. Son extremadamente fieles con sus aliados y que la muerte es la única forma que tienen de expiar el haber roto un juramento y que no dudarán en dispensarla igualmente al que les falle a ellos. Aunque hay muchas y diferentes tribus en el norte.
Oth, hombres del Este
Al este de Zayif se encuentra una enorme tierra plagada de junglas, colinas donde abundan los túmulos y desiertos. Esta tierra nunca ha estado unida aunque, al parecer, todos sus habitantes forman parte de el mismo pueblo y se llaman así mismos los oth (ya que diferencian de ellos mismos, por muy enemigos que sean entre ellos, del resto de pueblos como norteños o los propios zayifios). Son más bajos que los zayifios, de ojos rasgados y piel amarillenta y acostumbran a vestir con pieles. Los oth (aunque generalmente son llamados hombres del este por los zayifios) forman un extraño grupo de ciudades estado diferentes, algunas enormemente parecidos a Zayif y otros tan diferentes que parecen ser de otro mundo y siempre cambiando continuamente de forma de gobierno, experimentando con monarquías, democracias, teratocracias, manteocracias... Aunque una buena cantidad de ellos siguen siendo nómadas. Los hombres del este sufrieron la invasión de los bebedores silenciosos con gran fuerza y muchas de sus ciudades desaparecieron. Tras la retirada de las diferentes hordas de estos invasores ahora los oth están rehaciendo lo que pueden desde las cenizas. Se pueden encontrar gran cantidad de refugiados en Zayif, debido a que muchas de las ciudades son ahora ruinas llenas de cuerpos empalados en las que nadie se atreve a entrar por miedo a que allí se oculten ahora los bebedores silenciosos, pero otros, muy pocos, han prosperado. Este es el caso de la ciudad de Hont, que consiguió defenderse de los bebedores silenciosos e incluso vencerlos en algunos campos. El rey de Hont, conocido como el Rey Carmesí, obtuvo grandísima popularidad con estas victorias (a pesar de que nadie le ha visto jamás la cara, que oculta tras varios velos escarlata) y hoy por hoy su ciudad no deja de crecer, anexionado a ciudades que apenas pueden defenderse solas, por el sencillo método de enviar un destacamento de sus fanáticos soldados de élite, los Capas Ensangrentadas, para que reestablezcan el orden y nadie pueda quejarse. Por suerte para Zayif el Rey Carmesí es un poderoso aliado y centra sus esfuerzos en combatir a los bebedores silenciosos allí donde se encuentren, aunque las malas lenguas dicen que ha logrado hacer pactos oscuros con ellos. Lenguas aún peores dicen cosas muy inquietantes sobre su verdadera identidad.
Los gnol
Existen más reinos lejos, en el sur y en el este. Más allá de las tierras de los oth, a través del mar, pero antes de llegar a las interminables tierras de muerte y dolor cubiertas de lagos de lava y montañas de obsidiana que marcan el principio del antiguo territorio de los bebedores silenciosos, nos encontramos con los gnol. Se han dispersado por gran parte del mundo y son bastante comunes, aunque están divididos en muchos clanes e incluso muchas veces no se reconocen como miembros de la misma etnia. También es cierto que existen etnias poco numerosas que se han ido mezclando con los gnol, como los hombres chacal o una extraña raza de humanos degenerados devoradores de cadáveres, pero su origen es incierto y muchas veces acaban siendo asimilados, en escritos y documentos, a los gnol por simple comodidad. El Zoo-zo-tee era su clan más conocido, aunque ahora ha caído para siempre tras la invasión de los bebedores silenciosos. Aún así hay muchos clanes, como Wo-ya, To-ya-wa y Te-va-va, que no han sufrido estas invasiones con tanta dureza, no obstante todo el pueblo de los gnols se encuentra en una acusada diáspora hacia el oeste. Los gnols son los que más contacto han tenido con los bebedores sedientos y aseguran que hasta hace poco ni existían. Hay cada vez más gnols en Zayif, pero ciertamente son notorios por su aspecto y costumbres, y los zayifios los desprecian en buena medida cuando no desean directamente su exterminio a pesar de que muchos otros los consideran esclavos útiles.
Bebedores silenciosos
Se sabe muy poco de estas extrañas gentes, si es que son gente. ¿De donde provienen? ¿Buscan algo aparte de sangre y niños? ¿Por qué solo luchan de noche o acompañados de una oscuridad que no es de este mundo? Su verdadera historia es solo conocida por ellos mismos, ya que para el resto estos temibles guerreros, los bebedores silenciosos (llamados así por su inalterable rutina de degollar a todo el que pudiesen encontrar, beber la sangre que manase y luego empalar su cuerpo) llegaron destruyendo y matando para retirarse en cuanto los detenían. Son considerados una horrible plaga que debe ser erradicada del mundo, aunque poco a poco se van asentando al este de las tierras de los oth, que ahora son un lugar de ruina y horror, cubierto siempre de nubes de tormenta, donde los bebedores acechan. Su piel es blanca, pero no como la de las gentes del norte, sino totalmente blanca como el marfil, que contrasta con las pieles y telas oscuras que visten. Sus ojos brillan con un color rojo que los delata en la oscuridad y crea inquietantes estelas. Su cabello es siempre blanco como la leche. Viajan a caballo a todos sitios, caballos tan negros como ellos y con los ojos del mismo color, horribles bestias cuyos cascos no hacen el menor ruido no le hacen ascos a luchar a pie.
Sobre las razas no humanas
- Existen bandas de hombres serpiente errabundos por las junglas del sur, y de hecho se dice que tienen un reino en lo más profundo de Dramos, la jungla de los Aullidos donde aún gobierna Celisse. A veces se encuentran restos de sus rituales impíos cerca de la jungla de Ragma. Nadie entra en sus dominios sin su permiso.
- Los gnols vinieron del mar para luchar como mercenarios, trayendo sus familias y extrañas armas de sus viejas tierras más allá del mar. Han formado comunidades casi independientes asentadas en las estribaciones de las montañas que ahora defienden de los aarakokra, aunque Zayif no quiere terminar de quitarles el ojo de encima. Su dios, por cierto, es Yee-vo-woo el Devorador.
- Los elfos tienen varios asentamientos en las montañas del oeste, y seguramente más allá se encuentren sus reinos secretos y subterráneos. Los habitantes de las zonas cercanas a menudo dejan ofrendas para ellos a las puertas de sus fortalezas, pero eso no suele impedir que de vez en cuando los elfos salgan para capturar humanos que no son vueltos a ver. Toda expedición contra ellos no los ha encontrado o no ha vuelto jamás.
- Existen comunidades de enanos en las principales ciudades Zayif, donde trabajan como guardaespaldas, cargadores y todo tipo de trabajos que requieran músculos. La principal está en Cubil Oscuro, donde van a cientos para extraer la plata.
- Se dice que en el Cementerio de Gigantes tienen sus nidos una raza de serpientes aladas inteligentes, ¿pero quién irá hasta allí para confirmarlo?
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