En el año 20X7 y en Sukero, una de las mayores ciudades del Pacífico, buena parte de la población (al menos uno de cada tres) tiene implantes cerebrales que usan para lo que cualquier persona usaría implantes cerebrales: hacer videollamadas con el pensamiento, conectarse a su coche inteligente, copiar en exámenes, jugar a videojuegos, descargar imágenes de gatos y ver anuncios de realidad aumentada que hay por toda la ciudad. Es como tener un smartphone enchufado a la nuca y los ojos.
Pero eso es solo la mayoría, existen implantes de mayor rendimiento creados sobre todo para profesionales que deben controlar de manera eficiente sistemas informáticos complejos como los sistemas de control de edificios enteros. Tener estos implantes de alto rendimiento les da la capacidad de observar por las cámaras a voluntad, abrir y cerrar puertas, manipular ascensores, etc. y eso como mínimo. Dado que entrañan un peligro potencial para la seguridad y es necesario un entrenamiento adecuado para controlar tales sistemas, el gobierno restringe su uso y es necesario obtener un permiso especial para poder emplearlos.
No sorpresnderá que solo un quinto de las personas equipadas con estos neuroimplantes de alto rendimiento, mindrunners, esté registrada y trabaje con implantes homologados.
Esto en muchos otros lugares del mundo no sería necesariamente un problema, pero estos mindrunners furtivos por lo general tienen solo un propósito: hackear todo lo que sea necesario. Y eso es un problema en una ciudad como Sukero, donde hasta la maldita plancha de los gofres funciona con un componente electrónico conectado a la red.
La ciudad tiene que lidiar con gente que puede detener coches inteligentes en seco casi a voluntad, abrir puertas de seguridad como si fueran las de un supermercado, producir apagones controlados, robar datos solo con pensarlo o desactivar las pistolas de la policía.
Pero eso es solo raspar la superficie, ya que obviamente no se limitan a hackear coches o puertas. A menudo usan sus sistemas para leer los pensamientos de otros usuarios de neuroimplantes. A menudo pueden llegar a controlarlos por medio de virus o incluso matarlos sobrecargando sus cererbros con un golpe mental.
Además, más de la mitad de Sukero está constantemente siendo grabada por cámaras y/o un micrófonos. Incluso hay nubes de nanobots totalmente indistinguibles del aire que graban constantemente. Un mindrunner no tendría demasiados problemas intentando ver u oír cosas que ocurran en otros lugares de la ciudad. A menudo en 3D. Eso unido a las grandes capacidades de procesamiento de que son capaces, permite a los mindrunners más capaces realizar simulaciones tan avanzadas que no pocas veces son predicciones acertadas del futuro.
Por no hablar del datascape. Los mindrunners no ven simplemente la ciudad, sino la ciberciudad, una interfaz de realidad aumentada que superpone las redes y canales de información a la visión habitual de Sukero. Como si no tuviera ya suficiente neón y led. El datascape lo forman no solo estas redes de datos visibles para los mindrunners sino también las entidades que habitan solo estas redes como programas, inteligencias sin cuerpo, conciencias digitalizadas por error (o no) de presonas fallecidas, etc. Mientras los mindrunners están en el "mundo real" con los ojos cerrados y las manos en las sienes, sus ciberproyecciones están interactuando con el datascape. Individuos cuyas skillz sean especialmente MAD pueden interactuar sin problemas con el datascape mientras mantienen siguen manteniendo todas sus capacidades motoras y cognitivas en el "mundo real".
De modo que, en efecto, no hace falta tener poderes psíquicos en Sukero. La tecnología los ha dejado obsoletos.
Gracias por leerme. Valmar Cerenor!
Dennō-Coil
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Guay, gracias. :D
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