Los juegos de rol, como la mayoría de juegos y probablemente otros tipos de medios, tienen ambientación explícita e implícita.
La ambientación explícita es aquello que te dicen, bueno, explícitamente. En el capítulo de ambientación o repartido por el manual. Si en algún momento te dicen "los orcos son muy duros", eso es ambientación explícita.
Por otra parte la implícita es especialmente aquella que surge de las mecánicas sin ser expresada. El hecho de que los orcos tengan el doble de puntos de vida que un humano revela que los orcos son duros sin que nadie te lo diga.
O también puede haber ambientación implícita que emerja de los elementos establecidos explícitamente. Si dices que los orcos viven en volcanes intentando empujarse a la lava para resolver conflictos internos, podemos asumir que son duros.
A menudo un juego sin demasiada ambientación explícita puede tener bastante carisma gracias a su ambientación implícita. Y también por el hecho de que la ambientación implícita normalmente se transmite haciendo que los jugadores estén implicados. Descubrir que los orcos son duros jugando suele ser mucho mejor que descubrirlo porque lo lees en el manual o te lo explica el director.
Un tipo de "género rolero" que va a la cresta de la ola en esto de ambientación implícita son los bestiarios. Por eso a menudo bestiarios que te cuentan menos sobre las criaturas, pero te dan más herramientas para ponerlas en juego suelen ser considerados mejores.
Algo así es lo que yo buscaba en Criaturas del Vacío Celeste. Ya partía de algunas ideas de cómo quería que fuera la ambientación implícita del manual y fue enriqueciéndose a medida que lo desarrollaba y en muchos casos no pude evitar que se hiciera explícita.
Por otra parte, tener en cuenta esta sinergía entre ambientación implícita y explícita es muy importante para que la experiencia de juego no decepcione. ¿Imagináis que se nos dice en la ambientación que los orcos son duros pero combatir con ellos es un paseo? Claro que no es difícil porque tristemente pasa a menudo y es una trampa en la que conviene no caer para que la ilusión del juego no se desmorone.
Gracias por leerme. Valmar Cerenor!
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