miércoles, 14 de noviembre de 2018

Avarnia Meridional - Reporte 10


Tras los funestos hechos que acontecieron la última vez, los alguaciles de la Compañía del León y el Cocodrilo pusieron rumbo al oeste para entregar el cuerpo de su compañero Rorix a los enanos y dar a caza a malhechores en las tierras ásperas de poniente.

Cruzaron el caudaloso Salhún no muy lejos de la villa de Aquae Turbae y continuaron su camino, que los llevó a un puente que permitía cruzar uno de los tributarios del gran río.

Pero cuando se disponían a pasar sobre él, notaron algo extraño en la otra orilla y, fingiendo ir a cruzar, unos osgos les salieron al paso, de modo que decidieron no combatir en ese momento, volvieron grupas y acudieron a Aquae Turbae.

Allí se encontraron con que la villa estaba de celebración: Grodiman el Feroz al fin ha conseguido la mano de Aigild, la hija del barón local, tras derrotar a cien guerreros en combate singular en el puente.

Aprovechando la coyuntura, los aventureros convencieron al barón local de que organizara una cacería de osgos como parte de las celebraciones, de modo que fuera más fácil acabar con las criaturas. El barón accedió gustoso y, además de eso, ofreció un jugoso premio al grupo que consiguiera traer de vuelta más cabezas de osgo.

El puente en el que estaban las criaturas, por cierto, era el mismo que Grodiman había defendido y el poderoso caballero ahora se lamentaba de no poder acudir él mismo a la cacería, por los festejos.

Así, pero con osgos y sin perros.
A la mañana siguiente se dispusieron los competidores: el grupo de PJ, cuatro gañanes de pueblo algo achispados, un joven caballero llamado Atanagildo y otro, Teuterico, que se negaba a quitarse el yelmo y tenía un acento ridículo. Estos fueron los cazadores de osgos que partieron al alba.

Al llegar al puente, decidieron hacer salir a los osgos con una argucia: Amanthos disfrazó a los gañanes bastante mal y les enseñó a decir algunos insultos en caótico para ver si los osgos miraban a ver qué pasaba. Funcionó.

Cargaron sobre ellos y mataron a los de su margen del río, poniendo en fuga a los del otro lado. Los dejaron ir y siguieron su rastro río arriba hasta el campamento de las bestias, que atacaron por sorpresa y sin compasión con una brutal carga de caballería. Así las bestias se dispersaron y los caballeros las persiguieron en distintas direcciones mientras los gañanes se afanaban en apalear entre cuatro a uno solo de los hombres bestia. Y los alguaciles, que no iban a ser menos, también persiguieron a los suyos hacia las colinas.

Allí encontraron a cuatro de ellos, que se habían acantonado con lanzas en una estrecha grieta en la roca, atrincherados tras herir gravemente a Atanagildo, que estaba en el suelo desangrándose.

No sin mucho esfuerzo lograron rescatar al caballero y acabar con los osgos, en una versión medieval de una batidora. Tafsuda —uno de los compañeros úmiras azules de Tawizu la guerrera— se salvó solo de milagro después de que una lanza osga le destrozará el ojo y le pasara con la buena fortuna de que no se le metió por la cabeza, sino que por el ángulo solo le destrozó el hueso de la cuenca. Por suerte contaban con la ayuda de Eruhin, un elfo recién llegado del norte, y experto en el uso de la lanza.

Los patanes.
Atanagildo no estaba mucho mejor que el úmira azul, con el vientre perforado por un lanzaso. Por suerte lograron salvar su vida pero, al atenderla, descubrieron que el caballero era en realidad una dama. Así ella les contó que su verdadero nombre era Fulgilda y que se había fugado de casa y luchaba bajo un nombre falso para que su padre no la obligara a regresar y tomar unos esponsales que ella no deseaba. Tras lo ocurrido, no costó mucho convencerla de que se uniera a la compañía como alguacil.

De vuelta en Aquae Turbae, la compañía se alzó victoriosa, aunque cabe decir que Teuterico había logrado matar él solo a casi tantos como ellos seis. Se retiró el yelmo en presencia del barón, viejo amigo suyo, mostrando su rostro deformado por las cicatrices. El barón celebró que hubiera podido volver sano y salvo y Teuterico confirmó que, después de las celebraciones, volvería a sus tierras del norte, de donde probablemente era el acento.

Los personajes cobraron sus bien merecidas monedas y se quedaron un poco a los festejos. Cuando volvieron a partir,  dejaron atrás a Fulgilda y Tafsuda para que fueran a Lóvaraz a ser nombrados alguaciles y reposar, ya que estaban demasiado malheridos para continuar la marcha hacia el oeste.

Así nuestros amigos de la Compañía del León y el Cocodrilo cruzaron con seguridad el puente de los osgos rumbo al occidente. Una vez más se ha cumplido la justicia del duque y sus tierras son ahora algo más pacíficas. Así Légobar, el juglar más rápido de Avarnia Meridional, se apresura a consignarlo en verso vulgar. Muchas gracias por leerme. Para más info sobre Avarnia Meridional consultad el índice de entradas. Valmar Cerenor!



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