martes, 3 de abril de 2018

Avarnia Meridional - Reporte 2

Saludos, muníficos lectores. La semana pasada jugué dos veces a Avarnia.

Segunda Sesión Online

Las puertas de La Puerta del Sur, el caravasar más norteño de Avarnia Meridional, se abren de golpe de noche para dejar entrar a los seis aventureros de la Compañía del León y el Cocodrilo:
  • Tawizu, la guerrera nómada.
  • Netir, el apuesto combatiente avarno.
  • Krónak, el mago de misterioso pasado.
  • Arguskar, el clérigo de piel negra, totalmente no fanático.
  • Tamnus, el chico al que rescataron de una vida de bandidaje.
  • Y Titrit, la clériga de la palabra perfecta, llegada también de las arenas del sur.

Por lo que se consigue entender de sus balbuceos de borracho, tras haber salvado la aldea de Garrena de bandidos y hombres chacal, habían continuado su ruta hacia el norte con la caravana y por el camino oyeron varios rumores sobre las llanuras altas del norte.

Cuando por fin alcanzaron las puertas de limes umira y las admiraron, decidieron poner rumbo al fuerte Piedragón junto a un par de carretas de suministros. Por el camino fueron atacados por dos enormes halcones gigantes, pero una combinación de espada y hechicería permitió ahuyentar a uno y decapitar a otro, que rápidamente se convirtió en 32 raciones pobres. Al parecer hay un megacetrero con malas intenciones por los alrededores...

Esa noche la luna llena les pilló en el fuerte, donde Krónak se hizo encerrar para no hacer daño a nadie en su forma de licántropo cocodrilo. Los demás, sorprendidos, juraron ayudarlo a levantar la maldición, especialmente Arguskar. Aunque Titrit propusiera que muerto el perro, se acabó la rabia...

Al día siguiente investigaron las ruinas de una torre cercana, de la que solo quedaban muros a la altura de la rodilla. Los rumores decían que en ella se reunían brujas a realizar rituales y, en efecto, descubrieron símbolos del Caos en las piedras.

Acamparon en una foresta cercana a esperar que aparecieran las adoratrices y estas no pusieron a prueba su paciencia. Esa misma noche encendieron una hoguera en el centro de la torre y comenzaron a bailar desnudas, agitando lanzas y escudos.


Con el plan de ataque ya dispuesto, Krónak hizo aparecer la imagen de un gran león con cabeza de cocodrilo para distraer a las brujas y, tan pronto como miraron hacia él, los alguaciles se lanzaron a la carga.

En esta embestida, gracias a la fiereza de los guerreros y a la luz divina convocad por Arguskar, cayeron dos de las servidoras del Caos. De cerca podían distinguirse los tatuajes que cubrían sus cuerpos desnudos y sus senos hinchados como amas de leche.

Ellas respondieron con la misma fiereza: su líder invocó los poderes malignos para darles fuerzas y Titrit cayó inconsciente mientras que Tamnus sufrió un duro golpe mientras les tendía una trampa con sal.

No obstante los alguaciles resistieron y una segunda explosión de luz fue demasiado para las guerreras y sus cadáveres quemados cayeron al suelo.

Curiosamente, al registrarlas, Krónak descubrió que de los pezones de las brujas manaba una especie de líquido negro. El mago se apresuró a ordeñar los cadáveres y llenó un odre con el líquido para... Su posterior estudio.

Al día siguiente trataron de rastrearlas, pero Tamnus perdió las huellas a unas dos horas al sur, por lo que regresaron a Piedragón a cobrar una jugosa recompensa y vender su botín para luego despilfarrarlo en el cercano caravasar.

Las señoritas no se dejaron llevar por el poder del alcohol, pero Netir ofendió a un comerciante con acercamientos a su hija, Krónak pilló herpes, Arguskar casi acabó convertido en cerdo por una hechicera y Tamnus apareció desnudo en la capilla, haciendo que el sacerdote del lugar se meara casi literalmente de risa. ¡Pero qué juerga!

Sesión en las Ciudad de Arkham

Mientras tanto, en Lóvaraz, otra compañía de alguaciles recibían sus insignias de cobre con el castor ducal e iniciaban sus andanzas por Avarnia Meridional. Ellos eran:
  • Aigild, la guerrera avarna de rubia melena.
  • Árbadur el clérigo avarno del culto del León Dorado.
  • Gundehar el montaraz.
  • Marcus, el fornido guerrero el norte.
  • Y Pralixis, el elfo viajero.

Los cuatro primeros decidieron partir hacia el norte, siguiendo rumores de un caballero renegado que asaltaba a aquellos que intentaban cruzar el puente sobre el Salúhn entre Sextauri y Aquae Turbae.

Pero al llegar a esta última población descubrieron que el caballero en realidad estaba embarcado en una gesta de honor para ganar la mano de la hija del barón de Aquae Turbae (Aigild también). Al menos según les contó el dueño del Enano Amarillo, la posada donde Pralixis se les unió.
Al día siguiente acudieron al campamento de Grodiman el Feroz, como se hacía llamar el guerrero. Allí confirmaron que sus intenciones eran puras, que solo retaba a hombres de armas y no cobraba peaje ilegal de ninguna clase.

Hasta el momento llevaba 21 de las 50 victorias que necesitaba para presentarse ante el barón y pedir la mano de su hija, número que ascendió a 26 tras derrotar a todos los alguaciles, de uno en uno. Para recordar esta gesta la compañía se bautizó como la Compañía de Kêdandor en honor a un numen menor de la Ley.

Regresaron a Aquae Turbae y Árbadur el clérigo trató de recomendar a Grodimand al barón y su hija, a fin de que vieran con mejores ojos el casamiento.

Marcus fue a gastarse los dineros en buen vino de dátil y acabó enamorado de Simania, una moza de taberna hija de un labriego. Su padre accedió a que se casaran tan pronto como Marcus pudiera pagar las 100 monedas de la dote, por lo que se vio obligado a volver a los caminos.

Tras esto se dirigieron al monasterio de Hierbaseca, cerca de Lóvaraz, del que tenían sospechas por otro rumor. Pero no encontraron nada inculpador, lejos de eso, les contaron que unos orcos se habían instalado en su gruta de quesos en un cerro al sur y les rogaron que los expulsaran. Los alguaciles acdedieron, aunque Marcus y Aigild debieron quedarse atrás enfermos y cansados por el camino.

Una vez hallaron la cueva, Gundehar entró sigilosamente a explorar y encontró a cuatro orcos porcinos en una habitación con cuatro puertas, jugando a las tabas. No obstante los alertó tratando de pasar inadvertido y hubo de huir con las criaturas en sus talones.

Pero cuando los orcos salieron, encontraron una docena de elfos arqueros apuntándoles, creados de forma ilusoria por Praxilis. Ante esto, las criaturas se batireron en retirada.
Otros cuatro orcos salieron de la cueva y, al ver la ilusión, decidieron hacerse fuerte en las escaleras, donde los alguaciles los combatieron con fuego de aceite y luz castigadora, haciéndoles retroceder a las profundidades.

Viendo esto, incrementaron la hoguera con ramas verdes para que la gruta se llenara de humo y masacrar a los orcos cuando intentaban salir. Siete adultos y siete crías cayeron bajo su embite.

En el interior encontraron valiosos quesos de cuarenta años, baratijas orcas y una habitación oculta con dinero, tres ópalos y una maza muy bien equilibrada con el símbolo del León Dorado en el mango. A la vuelta dieron cuenta a los monjes de lo ocurrido y de que se quedaban seis de los quesos a modo de recompensa.

A la vuelta en Lóvaraz festejaron. Praxilis perdió toda su parte del botín apostando borracho y Árbadur mancilló sus votos yaciendo con una mujer casada, no tan llevado por el alcohol comon por su lujuria.

Envalentonados por su victoria, se dirigieron al oeste a combatir una criatura que atormentaba esas tierras.

Pero por el camino encontraron la tienda rícamente decorada de un hechicero, plantada en plena sabana. En su interior solo había una dama trabajando en un telar que le quitaba importancia al hecho de que estuviera encadenada al poste central de la tienda.

Arena, como se hacía llamar la mujer, les contó que era un viejo león gigante el que atormentaba una aldea próxima y se ofreció a venderles un unto con el que bruñir una armadura y hacerla más poderosa. Los aventureros declinaron y se marcharon, pero cuando se volvieron a mirar la tienda, esta ya no estaba.

Gracias a la destreza de Gundehar consiguieron rastrear al león, pero este estaba oculto y acechando en una zona de hierbas muy altas y saltó sobre el grupo, dejándolos malheridos a todos menos al montaraz, que retrocedió al ver el horror.
El cuadrúpedo de la izquierda.
El león mató a Marcus y se retiró con su cadáver de vuelta a su cueva, por lo que Gundehar pudo acercarse a auxiliar a sus otros compañeros. Árbadur pereció debido a las graves heridas, pero Praxilis se salvó solo con una cicatriz en el pecho, recuerdo de las garras del león.

Gundehar acudió a Aquae Turbae la mala noticia de la muerte de Marcus a su prometida y, ya que estaba ahí, propuso a su familia casarse él con Simania y, dado que tenía la dote, aceptaron sin problema.

El día de los desposorios los festejos corrieron a cuenta del orgulloso padre de la novia y, cuando Gundehar despertó de la borrachera, se descubrió un nuevo tatuaje en el hombro: un león, en recuerdo del que había derrotado a sus compañeros.


Una vez más se ha cumplido la justicia del duque y sus tierras son ahora algo más pacíficas. Legobar, el juglar más rápido de Avarnia Meridional, se apresura a ponerlo todo en verso para dar noticia en todos los rincones del ducado.


Muchas gracias por leerme. Valmar Cerenor!

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