En anteriores entregas dije que pronto habría más de Dhyana, mentí al menos en parte.
En esas entregas también dejamos a Dhyana y Sahir huyendo de unos cultistas que daban muy mal rollo. Después de una serie de inopinadas peripecias que incluyeron el asalto a una posada, paladines de Cerenor, antiguos reyes de los bandidos, sepultureros y telarañas en llamas consiguieron volver a la ciudad de Kemas sanos y salvos, donde todos juntitos en compaña volvieron a zarpar hacia Arrabia.
El principal problema se dio cuando, hallándose en alta mar, fueron atacados por unos amigables piratas de la ventisca (Patri, si me lees, no mires la entrada si no quieres spoiler). La cosa se saldó con toda la tripulación muerta por congelación excepto Dhyana (que recibió un fuerte golpe por parte del capitán) y sus amigos, el capitán de la galera Vedetiana (Piero Tataglia, para más señas) y cinco hombres.
Así anduvieron a la deriva sobre una nave innavegable durante un par de semanas hasta que encallaron en una bonita isla tropical, lejos al oeste. Luego todo consistió en una serie de amenos viajes de isla en isla, así que mejor pongo un mapa ahora para poder seguir cómo fue la cosa:
La isla 1 fue donde encallaron. Mientras Dhyana la exploraba tranquilamente se toparon con un hombre medio muerto que antes de desmayarse apenas pudo decir "el dragón se arrastra". Por otro lado se oían tambores que provenían del otro lado de la isla, lo que de por sí era un presagio ominoso, como de hecho más tarde se comprobó cuando esa misma noche un grupo de hombres lagarto atacó el campamento. Fueron repelidos con relativa facilidad y tras ese bapuleo no volvieron a molestar a los náufragos y tuvieron tiempo de fabricar una pequeña balsa con la que hacerse a la mar y explorar la isla 2. En ese lapso el hombre de la selva había recobrado un poco la salud y explicó que los hombres lagarto habían exterminado a casi todos los suyos, náufragos como ellos, y solo él se había salvado del grupo que reservaron como ofrenda a su dios serpentino.
Ya en la isla 2 Dhyana quiso internarse en la jungla para explorar una contrucción de piedra a poca distancia (relativamente). El caso es que por el camino se encontró con uno de estos:
El dinosaurio, no la niña. |
Mató al bicho en el acto, pero viendo que probablemente habría más y más grandes, la tripulación decidió volver a hacerse a la mar cuanto antes. El capitán Tataglia tenía la sospecha de que esta región del mundo debía ser sin duda Las Islas de los Lagartos y por algunos rumores también sospechaba que debía haber civilización más al norte, de modo que decidieron dirigirse hacia allí navegando de isla en isla, ya que no se atrevían a una larga navegación por alta mar.
Por eso pusieron rumbo a isla 3. El viaje pasó sin sobresaltos gracias a que, aparte de un aguacero ocasional, no es la estación de lluvias. Como no exploraron demasiado esa isla, no encontraron nada interesante y decidieron poner rumbo a isla 4 donde se abastecieron de agua y se llevaron un pequeño susto con un dionsaurio herbívoro.
Fue en isla 5 donde encontraron el monasterio semisumergido de los hombres piraña, monjes de Ptăng-ààng, dios de la paz. Los viajeros recibieron una cálida bienvenida, comida y bebida (nada de carne), asilo y una misión: los hombres piraña estarían encantados de guiarlos hasta los hombres que nadan en casas de madera, pero solo si ellos iban a la isla 6 a "mediar" en ciertos asuntos. La tribu de hombres lagarto local estaba siendo atacada por hombres cangrejo de las aguas y era preciso que alguien los devolviese al sitio de donde habían salido. Bien sabido es que Ptăng-ààng aprueba cualquier medio que conduzca a una paz duradera, incluso la más brutal violencia.
Y aquí nos quedamos por ahora, gracias por leerme. Valmar Cerenor!
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