Además estos no-muertos, debido a un fallo en los conjuros de sometimiento, harán exactamente lo contrario de lo que les sea ordenado. Muchos practicantes noveles de las artes oscuras han hallado su fin al no saber que no debían mandar al antigólem que se alejase.
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Es por esto que los nigromantes más experimentados toman medidas con las que evitar tan horrible destino bañándose en agua salada antes de escribir en su propio pecho con sangre de cabra el nombre de un dios de la penumbra. Solo así el hórrido veneno del antigólem no tendrá efecto sobre él.
Los más duchos de estos hechiceros incluso logran poner a las criaturas a su servicio y así dar propósito —nunca bueno— a las repulsivas capacidades del antigólem. Claro que, debido al error, desobedecen a cualquiera al que oigan hablar, por lo que otra persona podría apoderarse de uno si es que nadie le ha dicho nada del estilo «obedece a cualquiera que no sea yo».
Debido a que las estatuas producidas por el antigólem son especialmente receptivas a la magia, las antigorgonas suelen establecer relaciones de mutualismo con este curioso no muerto.
Cuando encuentras al antigólem está...
1 ...totalmente inmóvil.
2 ...oculto, pero audible.
3 ...siguiéndote visiblemente.
4 ...vagabundeando.
5 ...moviéndose de forma errática.
6 ...enfrentándose a 1d6 humanoides.
7 ...enfrentándose a 2d6 humanoides.
8 ...siendo creado por un asustado nigromante.
9 ...siendo creado por un nigromante que sabe lo que hace.
10 ...atacando a un inocente por orden de un nigromante presente.
11 ...persiguiendo a alguien por orden de un nigromante.
12 ...persiguiendo a alguien por orden de otra persona que no es un nigromante.
13 ...transportando algo valioso que alguien lo ha mandado a buscar.
14 ...apartándose de la estatua de una doncella.
15 ...apartándose de la estatua de un paladín.
16 ...apartándose de la estatua de un nigromante.
17 ...apartándose de la estatua de otro monstruo.
18 ...malherido.
19 ...cubierto de ácido que lo corroe.
20 ...muerto y diseccionado. Su veneno aún tiene efecto.
Gracias por leerme. Valmar Cerenor!
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