miércoles, 20 de marzo de 2019

"Despierto a los trasgos golpeando mi escudo" | Avarnia Meridional - Reporte 16



Mientras el León y el Cocodrilo se jugaba el cuello tras las puertas de obsidiana, un mes antes una nueva compañía había emergido de Lóvaraz a la caza de aventuras.

Después de que sus fundadores, Gundric el montaraz y Eruhin el elfo, despertaran de una juerga habiendo matado a un oso a puñaladas, decidieron usar su piel como estandarte y hacerse llamar La Compañía del Oso.

Acompañados de la clériga Amara pusieron rumbo al norte, donde se proponían entregar el cadáver encurtido de Rorix el enano a sus congéneres que se habían establecido en una colonia allí en lugar de llevarlo hasta la lejana fortaleza de Akhravuz.

Llegaron sin problema y los enanos les agradecieron que les hubieran llevado a uno de los suyos para darle sepultura. Uno de los más jóvenes, Oghor, se les unió como aliado.

Más tarde se dirigieron al sur, hasta alcanzar una atalaya mal guarnecida donde les dieron noticia, entre otras cosas de que alrededor de una decena de trasgos se habían establecido en unas cuevas al sur y temían que pudieran dar problemas en el futuro.

Por esto los miembros del oso decidieron dirigirse hacia allí para acabar con las viles criaturas, acompañados de un nuevo miembro que se les unió en la atalaya, el ladrón Gaut.

Pronto hallaron la gran entrada de la caverna natural donde se ocultaban las bestezuelas. En la misma puerta había algunas de ellas haciendo guardia y defecando copiosamente. Cuán viles eran sus deposiciones.

Los alguaciles idearon un simple plan: hacer salir uno de sus asnos para atraerlos, especialmente cuando Gundric proyectó su voz para que pareciera que salía desde el interior de la cueva instándoles a ir a por él. Cuando los trasgos estuvieron cerca, cayeron sobre ellos y les dieron muerte.

Así descendieron por unas escaleras naturales formadas por la erosión y cada vez más y más húmedas hasta descubrir una gran caverna en la que había dormidos una veintena de trasgos. Desde luego muchos más de los que les habían advertido en la atalaya. Entre ellos, además, podía verse algún cocodrilo, temible bestia que parecía yacer tranquilamente rodeado por los diablillos.

¿Es la hora de comer? (spoiler: sí)
Mientras Gaut y Gundric discutían sobre el mejor plan de acción, cómo disponerse, si entrar sigilosamente o retirarse por completo, la clériga Amara decidió tomarse el asunto por su mano y despertar a los veinte trasgos golpeando su escudo con su maza y gritando.

Las criaturas de la caverna se despertaron y, cuando se despabilaron, se lanzaron en tromba sobre los alguaciles, que se hicieron fuertes en el pasillo y empezaron a resistir. Los trasgos no son especialmente buenos combatientes, ¡pero eran muchos! Los escudos de Oghor y Amara apenas los mantenían a raya.

Los cocodrilos también se unieron a la lucha: no parecían ser ahora tan amigos de los trasgos, pues los mataban para devorarlos, pero también saltaron sobre los personajes. Fue una de las flechas increíblemente letales de Gundric la que dio muerte a uno de ellos, poniendo a otro en fuga.

Los trasgos, viendo que su número mermaba hasta la mitad, huyeron en estampida hasta una puerta cercana donde otra de las mortales flechas de Gundric dejó empalado a uno de ellos. Eruhin hizo amago de seguirlos, pero prefirió no hacerlo, sobrecogido por un repentino deseo de no introducirse en una habitación oscura llena de trasgos él solo.

Aprovechando el descanso repentino, los personajes revisaron la otra puerta de la sala y encontraron una pequeña alcoba con un cofre y un trasgo que, por lo que decía en Caótico, se había quedado encerrado cuando cerraron la puerta con llave olvidándose de él. Los personajes trataron de hacerse amigo de él, pero les atacó inmediatamente.

No solo eso, sino que de la puerta por la que habían entrado los diez trasgos restantes emergieron ahora los mismos de vuelta más quince más para un total de veinticinco criaturas. Obviamente los rumores de que eran solo una decena habían sido muy exagerados.

Mis tragos son más simpáticos.
Los personajes consiguieron hacerles frente y hacerles retroceder de nuevo hasta la sala de la que habían salido, pero Eruhin esta vez sí echó a correr tras ellos, encontrándose solo entre ellos.

Los demás alguaciles acudieron a su rescate, pero, con sus líneas rotas y rodeados por trasgos, solo podían temerse lo peor. Eruhin fue el primero en caer y le siguió Oghor el enano. Gaut y Gundric llamaron a la retirada, pero Amara no estaba dispuesta a nada que luchar hasta el final... hasta que un golpe más de los trasgos la dejó bastante malherida. Pero ya era tarde: cuando fue a darse la vuelta, sus compañeros ya estaban corriendo, y le cerraron la puerta en las narices para frenar la marea de trasgos que se les hubiera podido echar encima. "Hijos de p..." fueron las últimas palabras que jamás oyeron salir de sus labios.

Y así, tristemente derrotados esta vez, los alguaciles volvieron a una aldea cercana para reaprovisionarse y dirigirse a otro destino. Si algo habían aprendido hoy es que la superioridad numérica siempre es importante, incluso tratandose de bestias estúpidas como los trasgos.

Gracias por leerme. Valmar Cerenor!


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