Lorenzo Nuti |
Como recordarán, la última sesión los PJ estuvieron haciendo trabajitos y pocas pregunta a un comerciante llamado Arathar, quien los envió a una taberna de Veza coocida como La Desafiante para que le dieran la vuelta a un jarrón. eso hicieron Dougal el elfo titiritero, Athelstan el guerrero, Elethin la bladedancer, Wilmott el ladrón y Darathil el explorador. El prestidigitador Eamandir hubo de ausentarse, sin duda por miedo a encontrarse con los gnomos, pero en su lugar a La Desafiante llegó otro explorador de nombre Arathor, buscando aventuras.
Se presentaron, desayunaron, hablaron y determinaron un plan de acción, pero entonces ocho tipos con la cara tapada irrumpieron en la taberna para ordenarles que fueran con ellos y respondieran a unas preguntas. Los aventureros se negaron y estalló una reyerta en la que Dougal saltó por la ventana, Elethin volvió a quedar incapacitada (pero contenta porque solo le dificultaba usar armas a distancia, que no puede por ser bladedancer) y una figura que parecía el líder de los embozados trató de tomarlos por sorpresa sin éxito, por lo que puso pies en polvorosa. así finalmente dieron muerte a sus asaltantes.
Por suerte Amod el sanador había oído que los aventureros estaban en La Desafiante y había ido a verlos, momento en que se encontró todo el follón. Pero también, cuando Elethin cayó, pudo estabilizarla tras el combate para que más tarde un clérigo pudiera sacarla definitivamente del peligro. Tras esto, se unió al resto del grupo.
La guardia acudió presta, pero teniendo testimonios de que había sido una riña tumultuaria y que los aventureros actuaban en legítima defensa, no los arrestaron.
Desenmascararon a los muertos y los locales reconocieron a un aprendiz de alfarero y a un par de matones de poca monta sin afiliación conocida.
Sin pararse a pensar mucho más en el asunto, deshicieron el camino hasta Monzobecerro, pero en la posada les dijeron que Arathar había abandonado el establecimiento en las diez horas que habían estado fuera, pero les había dejado una carta agradeciéndoles sus servicios y disculpándose por cualquier inconveniente que les pudiera haber causado. Preguntaron en las puertas, pero nadie lo había visto salir.
Viendo que no había mucho más que hacer y que las cosas se habían calmado desde que asaltaron aquella casa llena de ladrones, decidieron volver a Mediovado.
Quisieron los hados, digo, los dados, que por el camino encontraran a dos nómadas nordeses de las colinas septentrionales llevando consigo un camello. Al parecer habían comprado la bestia gibosa a otros nómadas de las remotas estepas e iban al sur para venderlo a buen precio como bestia exótica. Pero Dougal el elfo les ahorró el viaje comprándolo al momento. Y Wilmott le pidió que le dejara tocarlo por "la experiencia". Y para asegurarse de que las jorobas no eran dos medianos debajo de una alfombra.
Este pintoresco episodio le recordó a Athelstan que él quería un perro de guerra, imposible de encontrar en la pequeña Mediovado, de modo que volvió él solo a caballo cuando hubo escoltado al resto del grupo. Pero mientras volvía con el perro vio a unos cangrejos de río gigantes que los miraban con deseo desde un soto y tuvo que escapar picando espuelas. Otro recordatorio de que es mejor no subestimar los peligros de los caminos.
Entre tanto, en Mediovado, pero aún extramuros, el dueño de la taberna del Gato y el sable explicó a Amod que, con la información que tenían de testigos (especialmente el barquero y los vecinos de la casa asaltada), las autoridades buscaban especialmente a Carroña (viejo conocido), a dos guerreros de buena talla (sin más detalles) y a una bladedancer con las piernas destrozadas. De modo que por ahora ellos estaban fuera de sospecha.
Y como la cabra tira al monte, decidieron volver a la rectoría maldita.
Cruzaron las ruinas del pueblo a buen paso, pero al llegar a la colina del templo, un trasgo salió de la trampilla de acceso a la mazmorra exhibiendo una bandera blanca. Al preguntarle qué quería, el trasgo les dijo que esta mazmorra era ahora territorio trasgo y les dejarían pasar a cambio de 1 moneda de oro por persona. Ellos se rieron y asaetearon al emisario procurando que cayera escaleras abajo para asustar a sus compañeros.
Se oyó un griterío de diez o doce de estas criaturas y un cuerno resonó con eco por el interior. Los aventureros se apostaron en arco frente a la trampilla para hacer un acerico de flechas de quien saliera. Pero los trasgos no venían, por lo que determinaron arrojar aceite en llamas al interior como amenaza de que intentarían ahumarlos vivos si no salían.
Arathon fue el escogido para arrojar el aceite a la sala, pero mientras estaba sobre la trampilla con el frasco en la mano se oyó una voz de abajo diciendo que, si bajaban las armas, se olvidarían de lo ocurrido y les dejarían pasar por el peaje acordado. Por toda respuesta, ellos arrojaron el aceite, así que se oyó un "soltad a los lobos" y Arathon pudo oírlos correr hacia ellos.
Sin nadie que los detuviera, los cánidos salieron a toda velocidad y se trabaron con la línea de los aventureros.
La batalla fue dura, pues después empezaron a salir arqueros trasgos a asaetearlos. Pero gracias a su buena fortuna en las armas, a la presencia de dos perros de guerra y a tretas como lanzar dinero a los trasgos, consiguieron abatir o poner en retirada a los atacantes.
También ayudó la llegada de Namaril, un montaraz elfo de mortífera puntería puntería con el arco. Pero por desgracia no fue suficiente para salvar la vida de su hermano Dougal, quien, tras haber quedado incapacitado por las fauces de un lobo, murió definitivamente al golpearle una flecha trasga.
Habiendo despejado el campo de batalla, saquearon a los muertos y se largaron de allí cuanto antes a lamerse las heridas en la cercana aldea de Oroblun.
Cuando el viejo alcalde Afluz vio en qué condición estaban, les pidió que le dijeran qué había ocurrido y ellos le explicaron que habían sido unos trasgos. Furioso por oír hablar de las viles criaturas tan cerca de su aldea, les pidió que al menos le indicaran dónde había sido el ataque y acompañaran a su hijo Afi a ver si las criaturas seguían por los alrededores.
Algunos respondieron que los habían asaltado en los caminos. Otros confesaron que habían estado en la rectoría como parte de su campaña para mover a las autoridades locale a resolver el problema de los monstruos patrocinando sus expediciones a la mazmorra.
Afluz prometió que se pondría en contacto con dichas autoridades competentes y ellos nunca acompañaron a su hijo, sino que se quedaron unos días descansando en Oroblun y después volvieron a Mediovado.
Y aquí lo dejamos, veremos qué pasa en los próximos días y si las autoridades realmente harán algo sobre la rectoría.
De momento, he aquí las estadísticas de la campaña hasta la fecha:
- Sesiones jugadas: 16
- Tiempo de juego transcurrido: 14 días
- Jugadores individuales: 19
- PJ individuales: 29¹
- Muertes definitivas: 4
- Total de PX repartidos: 10842
- Jugadores en promedio por sesión: 6
Y yo me despido dándoles gracias por leerme. Valmar Cerenor!
Y antes de que os vayáis: si os interesa todo esto, meteos en mi refulgente server de Discord, gritadme "Armendûr" por ahí y en menos de lo que canta un gallo os tendré haciéndoos un PJ en el canal secreto.
¹ En sesiones anteriores estaba contando seguidores también sin querer.
En la taberna del principio también estuvo Wilmott, lo digo porque fue el único que tuvo oportunidad de intentar pillar al jefe que puso pies en polvorosa.
ResponderEliminarAsí contado parece que la batalla fue solo dura pero es que sudamos como gorrinos. Nevermore!
Cierto, lo corrijo.
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