Un conjuro de cosecha propia para La Puerta de Ishtar. Cuidado, puede herir sensibilidades.
Nivel: 1
Efecto: una vez se haya completado con éxito el conjuro, aquel sobre quien se haya lanzado tendrá capacidad para entender cualquier idioma hablado proferido por una criatura humanoide y capaz del raciocinio. No obstante no será capaz de hablarlo él mismo ni podrá leerlo (ni obviamente escribirlo) a no ser que aprenda por sus propios medios.
Si el conjuro se lleva a cabo, pero las palabras de poder pronunciadas por el brujo estaban erradas o se completó a destiempo, la víctima quedará permanentemente sorda, mas ahora será capaz de oír y entender las voces de los igigu, que hablan a los hombres desde las estrellas. Desde ese día intentará por todos los medios evitar el cielo estrellado y durante las noches hará todo lo posible por cubrirse los oídos. No obstante todo esto suele ser fútil y las víctimas caen irremisiblemente en la locura.
Lanzamiento: para este conjuro se necesita una aguja del oro más puro que se pueda conseguir, con una longitud de cinco dedos (10cm) y tan aguda que pueda atravesar la piel de la más delicada cortesana sin que se percate de ello.
La víctima, que no tiene por qué ser el mismo brujo, debe introducir la aguja hasta el fondo de su oído izquierdo usando para ello su mano derecha. No sentirá nada en el proceso, mas si se detiene antes de que la aguja haya entrado del todo o si incluso intenta sacársela, no solo podría quedar sordo para siempre sino que podría llegar a producirse la muerte. Esta es una de las dificultades del conjuro.
La otra dificultad estriba en que el hechicero debe recitar durante todo el proceso un poema, mientras la víctima lo oye. Dicho poema, a pesar de la belleza de su sonido, no está escrito en lengua alguna y las palabras que lo componen son un galimatías. El brujo debe recitarlo con la mayor exactitud, no solo en cuanto al contenido sino a la pronunciación de los sonidos y la entonación y el ritmo. Además es necesario que la aguja penetre totalmente en el oído del receptor justo en el momento en el que se termina el poema. Si el poema no se recita adecuadamente o la aguja se retrasa o adelanta, el conjuro se habrá llevado a cabo, pero tendrá las consecuencias nefastas que ya se han contado.
Aprendizaje: este conjuro es bien conocido y se habla de él frecuentemente en los círculos adecuados. La mayoría de los brujos conocen los detalles de la aguja y la importancia de la recitación correcta. Lo que desconocen casi todos ellos son las palabras del poema.
Para aprenderlo es necesario que se lo enseñe alguien que haya sufrido los efectos del conjuro cuando este haya fracasado. Pues los sonidos y la cadencia de esa lengua inexistente solo pueden aprenderse por intermediación de los mismos igigu que gustosos lo susurran a los oídos incautos. El poema puede ponerse por escrito, es cierto, pero solo los más temerarios se atreverían a probar suerte con una fuente tan insegura.
Gracias por leerme. Valmar Cerenor!
¡Genial! Me encanta. Muy útil además.
ResponderEliminarPero tiene un precio como todo. ;)
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