Liche Tormenta por Dan Dibuja |
Lo que más los define es que la magia que usan es descrita como "magia del aliento" o "aérea" porque llevan a cabo sus conjuros con técnicas de respiración especiales, produciendo distintas vibraciones y ondas en el aire cuyas formas excitan las fuerzas místicas de distintas formas, creando así el efecto de los conjuros. Así que tienen esa ventaja sobre los hechiceros más normales: no necesitan gestos o palabras mágicas, solo ser capaces de pasar un tiempo determinado respirando de una forma especial.
Pero la magia del aliento, aunque probablemente apareció de la misma forma (derivada a partir de antiguos sistemas de meditación inventados por gimnosofistas) y mantiene muchos conceptos y procedimientos básicos intactos (por ejemplo, la única forma de empezar a aprenderla es recibir un golpe muy fuerte en el diafragma por parte de otro hechicero de aliento), muy pronto se dividió en dos escuelas bien diferenciadas: los hechiceros de aura y los hechiceros de miasma.
Desde su filosofía, ven el aura y el miasma como dos energías mágicas contrapuestas (una suerte de lado luminoso y lado oscuro) que ellos relacionan con el aire porque, bueno, es su forma de hacer magia.
El miasma, por supuesto, es el efluvio dañino y enfermizo que surge de la descomposición; pero por aura no nos referimos al "halo" que rodea a una persona según ciertas enseñanzas orientales sino al aire fresco, la brisa o el viento (proveniente del griego "αὔρα" y emparentado, precisamente, con "aire"). Solo con estas definiciones ya se puede ver que la oposición es clara.
Los hechiceros de miasma, hasta cierto punto, toman el camino más rápido, puesto que la magia de miasma es generalmente considerada como más poderosa. Pero por supuesto tiene un precio y es que, como no podía ser de otra forma, el miasma envenena a aquellos que lo practican: una magia tan ligada a la enfermedad (después de todo es el miasma lo que la causa, nada de microbios), la nigromancia, la putrefacción o las aguas estancadas no puede sino ir corrompiendo poco a poco a sus practicantes que, a medida que avanzan se vuelven más decrépitos, horribles y abotargados a medida que ellos mismos se convierten en grandes bolsas de miasma. Y al final, el cambio.
Todos los liches tormenta, enormes fenómenos atmosféricos malévolos, nubes de miasma conscientes y hacedoras de magia, fueron en su día hechiceros de miasma que llegaron al punto de no retorno y practicaron los rituales adecuados para que su cuerpo estallara y tomara su nuevo lugar en las capas bajas del cielo, amenazando por siempre a los vivos.
Después de todo, la escuela del miasma enseña que la perdición de la vida es inevitable, que el miasma algún día dominará el mundo y que ellos y los liches tormenta solos son sus heraldos porque el mismo cielo se está pudriendo y ni los dioses pueden hacer nada para evitarlo.
Claro que los hechiceros de aura tienen una fuerte opinión en contra de esto. De la misma forma que el aire fresco y en movimiento se opone al aire estancado y enfermizo, los hechiceros de aura usan sus poderes y capacidades curativas para erradicar los efectos del miasma allá donde pueden... O quieren. Después de todo, siempre hay renegados y aquellos que luchan solo por su propio interés.
Y de la misma forma que los magos de miasma se convierten en las horribles nubes de muerte con el tiempo, los hechiceros de aura poco a poco se vuelven más esbeltos, ligeros y casi como de otro mundo hasta que se deshacen en el viento.
Gracias por leerme. Valmar Cerenor!
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