El origen y verdadera naturaleza de estos deseos es desconocido, pero los sabios atribuyen al Plano del Movimiento perpetuo el deseo de liberarse del yugo de la materia y el horror de la fricción. El plano representa el sueño de la liberación de las ataduras del espacio y el tiempo, uniéndolo todo en un eterno vaivén. Para él, el espíritu es la velocidad.
El plano desprecia la rugosidad, la amenaza de la fricción que contiene su avance imparable, sin más propósito que el propio movimiento. Y es este desprecio lo que le lleva a arremeter contra la creación de forma continua: mientras que el Plano del fuego, la locura y el láser es una poderosa llamarada que arrasa periódicamente con todo, este plano es una presión continua sobre el mismo tejido de la realidad, contra las fuerzas que mantienen unidos los átomos.
Su lugar en la rueda de los planos, directamente a la derecha, lo señala como el plano más "espiritual" en el sentido más retorcido, al oponerse a la materia viviente del Plano de la Carne. Buscando la erosión de la realidad como el plano del Fuego, pero a la vez la homogeneidad del plano de los Pantanos de tiempo. Después de todo, en términos relativos, si todo se está moviendo, nada lo está haciendo.
Está también en el ecuador de la rueda, de modo que no tiende al salvajismo horrendo de la parte superior ni a la retorcida civilización de la parte inferior.
Es por ello que hayamos ambas facetas entre los seguidores del plano: por una parte sus seguidores más cultivados intentan construir máquinas de gran potencia para alcanzar una fracción del movimiento eterno que promete, en edificios lisos y cubiertos ellos mismos de ropas y armaduras hechas para que el viento no halle obstáculo al pasar entre ellas. Los salvajes que lo sigue, del mismo modo, ansían la muerte cromada cuando recorren los yeros a toda velocidad. Las tribus nómadas celebran carreras largas en su honor y cortan a sus hijos las orejas en sacrificio para hacerlos más aerodinámicos. Cuando le hacen ofrendas es arrojando objetos lo más lejos y rápido posible, liberándolos temporalmente de las ataduras de la gravedad.
Temed por tanto al Plano del Movimiento perpetuo, pues su mal no puede sino ser la perdición de los hombres.
Gracias por leerme. Valmar Cerenor!
De Benedetta Cappa |
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Una limosna para la cruzada: