viernes, 2 de agosto de 2019

Historias y canciones de la discordia

Saludos, muníficos lectores,

He aquí algunos de los relatos de partidas jugadas en mi servidor Kha dirige cosas de los roles, donde también se publican en el canal correspondiente a cambio de dulces, dulces puntos de experiencia/gloria. Casi todos son de Avarnia y los tres primeros son, como corresponde, el origen de algunos personajes.

Por Rubén Pesqueira como Tifrik:
De cómo me convertí en un nómada y llegué a ser apodado la Honda de Dios

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Los misericordiosos dioses no tuvieron a bien el otorgar grandes talentos a este siervo suyo, pero a cambio me dotaron con abundante prudencia, sentido de la responsabilidad y gusto por el estudio y las artes. Benditos sean los Nueve.
En mi primera juventud comencé a ser instruido en medicina y leyes, y me convertí en doctor, lo cual me permitió ocupar un puesto en la administración del Duque de Lóvaraz. Tras algunos años cumpliendo mis obligaciones, comprendí que había hombres con más talento para tales funciones administrativas que yo mismo, además de que comencé a sentir la llamada de la sangre de mi pueblo, acompañada de un deseo ineludible por vagar y recorrer los caminos del mundo, por lo que decidí abandonar mi puesto a favor de personas más capaces.

Tal es la providencia que casi inmediatamente después de tomar esta decisión, los nueve tuvieron a bien cruzar mi destino con un grupo de alguaciles buenos y valientes, de miembros fuertes y rápidos. Al parecer se encaminaban a acabar con una amenaza demoníaca, aquí mismo, cerca de Lóvaraz, en una vieja mina abandonada, que había sido tomada por un espíritu impuro.
No nos costó esfuerzo dar con su santuario profano, pues uno de los valientes que forman la compañía fue dotado por los dioses con el don de la visión, y enseguida dimos con el lugar. Fuimos envueltos por una oscuridad sobrenatural y rodeados por criaturas impías. Dejé que mis actos fuesen guiados por el destino, y palpando el suelo a ciegas agarré varias piedras del tamaño de un puño y las arrojé a la negrura, dando cuenta de varias abominaciones. La providencia estaba con nosotros, tal como lo probaron mis golpes certeros, que no podían ser fruto de la casualidad. El destino ya estaba escrito y quería que tuviésemos éxito en nuestra empresa, y así fue como este servidor de los nueve llegó a ser apodado la honda de Dios. Poco tiempo después, la entidad maligna que corrompía aquel lugar huyó ante nuestra presencia, dejando atrás su tesoro. Decidí redimirlo usando la parte que me había sido en hacer un donativo al hospital de la capital del ducado.

Por Dinosaurio Piloto como la clériga Octavia:
Tras un peregrinaje de 7 dias y 7 noches de calurosa caminata he llegado al templo de uno de los dioses de ley, allí posando como un rato de esperanza se hallaban un grupo de  valientes hombres de potencial absoluto y galante postura , tras una amena charla se me informó su situación y la desdichada maldición de uno de los hombres con un tiempo apremiante, dispuesta a ayudar a esta grupo de samaritanos, me puse manos a la obra y en conjunto seguimos la construcción de una empalizada para la protección del lugar, tras un par de días a la tarea descubrimos un ataque que venía hacia nosotros ,con valía y dispuestos a morir por este glorioso sitio, combatimos a los valerosos pecadores y vencimos.
Tras la precoz batalla y el vencer con la gloria de los dioses en mis manos, nos dimos a la tarea de hacer pagar sus pecados con trabajo a los corderos descarriados, tan buena obra nos recompenso con un trabajo terminado en sextena en ves de las 2 sextenas que llevaria en primer lugar, pero para nuestra desgracia, los dioses del caos no entregaron a los pecadores en verdad y se vio la suerte movida hacia su lado. Nuestro explorador enviado en busca de información fue capturado y castigado hasta darles nuestra ubicación.
Tras una tranquila noche nos destinamos a salir pero seguidores del caos vinieron a por nosotros en busca de venganza,una centena eran y con valor y honradez emprendi el camino hacia una muerte segura
Fue entonces cuando con la ayuda de los dioses y cegando la venganza de mis enemigos, acabamos con el demoníaco líder quien al volver a las tinieblas dejo un rastro de caos que sus seguidores siguieron, al acabar semejante tarea, luchamos con los tercios restantes y defendimos a los civiles indefensos de la bestia que buscaba comerlos , he aquí me acerqué a los dioses por un momento y sacrificando mi limpia piel, llevo mi primer marca de guerra.
Te preguntarás quien soy, soy una cleriga,soy octavia, la octava hija de mi familia, jure dar la  vida por los dioses de la ley y curar a los merecedores de su poder,tras estas palabras callo puesto que vanagloriarse demasiado de las victorias lleva a la arrogancia y falta de criterio

Por Reckila como Azûlay:
Azûlay pensaba en los primeros días en la Compañía del Oso mientras recogía cadaveres de bandidos que se habían matado entre sí ante la muerte de su líder. Tenía que reconocer que ese día habían tenido mucha suerte.
Los 9 debían de velar por ellos. Eso está claro.
No hubiera pensado que abandonar su aldea, familia y conocidos para labrarse un futuro, que allí no tenía, iba a ser lomás fácil y menos impactante que había hecho en las dos última sextenas.
Pero sí, eso fue comer y cantar. Recapitulemos.
«Primer día con el Oso, me muerde un hombre cocodrilo y me infecta con su maldición.
Segundo día, conocemos la clérigo más mezquino y avaro de toda Avarnia o incluso todo el imperio Taryano si todavía exixstiera. Ese malnacido nos embarca en una aventura para curarme que ha resultado ser casi suicida.
Cuarto día, más hombres cocodrilo, pero al menos de estos escapamos, con la lección aprendida.
Hace unos días, un pantera enorme, enorme, enorme.
Después unos bandidos.
Y hoy sus amigos. Debían ser muy sociables porque eran muchos amigos.
Y mi bolsillo sigue igual de vacío que al principio. 5 vellones. Porque, por mucho que miro no aumentan las monedas...
Aunque creo que de aquí solo puede ir a mejor.
Tenemos la bendición de Onriman y el resto de los nueve, se habrán cansado de ponernos pruebas, no?»

Por Weeyker como Peptukin:
El cálido y seco aire de la sabana siempre le parecía relajante, el ir y devenir de las caravanas que cada semana pasaban por el caravasar le resultaban intrigantes, pero nunca le importo mucho, total, la vida de aventureros era para otras personas, no para él, que se conformaba con atender a los camellos de los viajeros, mientras practicaba en secreto los trucos de aquel extraño libro, que ese aún más extraño viajero le había obsequiado, tras mostrarle el poder de la magia.
Todo esa atmósfera de tranquilidad terminó aquel día, llegaron de todos los rincones de Avarnia las historias de valientes alguaciles que habían derrotado a un ejercito de criaturas del caos, que viajaban en una tortuga tan grande como una montaña y que en vez de lengua poseia una temible serpiente, aquellos héroes, tenían un grupo, llamado “El León y el Cocodrilo”, y viajaban por toda Avarnia llevando la ley y la justicia, y ese día, Pektukin y su primo, decidieron que si tuvieran la oportunidad, se unirían a ellos, para descubrir los secretos de la tierra, ver con sus propios ojos las maravillas de las que los viajeros hablaban y enfrentar las terribles huestes del caos…
El frío del suelo lo despertó nuevamente, al menos ya había dejado de sangrar, pero las heridas aun abiertas le dolían de forma indescriptible, con su mejilla toco sus hombro, pues sus manos estaban esposadas con frías cadenas que Balbina había tenido que ponerle, pero las marcas dejadas por las garras de las manticoras seguían causándole un terrible dolor.
Se giró un poco, pues la sacerdotisa no dormía, continuaba rezando a sus dioses, confiada en que Tawizu y Tammus no los dejarían ahí, volverían…
O al menos eso esperaba…
Volvio a cerrar los ojos, y nuevamente el cansancio lo regresó al mundo de los sueños, donde revivía la primer noche que paso con la compañía del León y el Cocodrilo, justo cuando aquel dragón del caos se avalanzo contra su primo, matándolo al instante, sin poder decir una sola palabra, sin poder despedirse, Pektukin se asustó, por un momento deseo no haber salido del caravasar, seguir siendo solo un mozo de cuadras, cuidando camellos, pero todo volvió a cambiar cuando Tawizu y Amanthos preguntaron si habia alguien que deseaba salir en pos de la bestia.
En ese momento, bajo un impulso de coraje y sed de venganza, alzó la mano.
--Esa bestia mató a mi primo, y quiero vengar su muerte.
Los alguaciles sonrieron y junto a los jinetes se lanzó en pos de la criatura, cabalgando hasta la guarida de la bestia, una vez localizada…
Otra vez las risas de las bestias de dientes de hierro lo despertaron, ya sabía que no lo dejarían dormir, así que se arrastró hasta Balbina, para susurrarle, ¿qué podrían hacer?
No estaba seguro que Tawizu y Tammus hubieran sobrevivido, pero, la más mínima esperanza era mejor que no tenerla, así, que solo se sentó y acompaño a la sacerdotisa en sus oraciones, buscando esa fe que no sabía si podría tener...

Pero no todo son comienzos, también hay aventuras.

Por Telmo, como Amanthos:
Amanthos miró el cuerpo cubierto de sangre de Tawizu, mientras el sanador de la compañía atendía sus heridas. Tamnus no estaba en mucho mejor estado, y eso era mala señal. Muy mala señal. El aguerrido explorador había estado murmurando algo sobre mantícoras, y tanto Pektukin como Balbina estaban desaparecidos. Amanthos sabía que tratar con esos lunáticos de la Ley no iba a traer nada bueno, pero Tawizu se había empeñado en hacerse la heroína, cómo no. Seguro que era todo una trampa que habían preparado esos tarados para librarse de ellos de forma discreta. Joder.

Amanthos echó la vista atrás. Aún podrían hacer la mitad del camino hasta Guzkalit si atajaban por el desiertol… era una pena lo de Pektukin y Balbina, pero oye, no sería la primera vez que perdían a alguien, ¿no? Ciertamente él no estaba dispuesto a arriesgar su pellejo por nada, mucho menos por ganarse el favor de gente que CLARAMENTE estaba tratando de matarlos.

Tawizu se agitó en sueños, exhausta, y pronunció una palabra entre dientes. Amanthos la miró, inquieto. Pudo sentir el peso de Pez Espada en su espalda. Pudo sentir la promesa de poder y fortaleza incluso a través de las pieles que la cubrían. Toda su vida había sido débil. Miserable. Aquella espada… aquella espada le prometía poder. Quizá el suficiente como para acabar con las mantícoras. Quizá el suficiente como para ser un héroe. Y era tan fácil…

Amanthos volvió a mirar a Tawizu, cubierta de magulladuras y heridas, y suspiró.

—Gente, atención: tengo un plan. En el León y el Cocodrilo no dejamos a nadie atrás.

Dio la vuelta a su querida Brunilda, la mejor cabra de batalla a este lado del mundo, y apretó los dientes.

Y también hay despedidas de grandes PNJ como Tamnus.

He aquí a Ricardo Dorda como Tawizu:
Tawizu caminaba hacia una taberna que Tamnus gustaba frecuentar. El muchacho le había pedido reunirse allí con él. Bueno, ya no tan muchacho, se recordó Tawizu. Sólo había pasado medio año pero a Tamnus había madura el equivalente a años. Después de todo, el solo medio año se había jugado la vida multitud de veces. Es un órdago al que no muchos superan. Así, el otrora pastor imberbe reclutado a la fuerza por un grupo de bandidos, se había convertido en un explorador experto y curtido, letal con el arco y con amplios conocimientos de las tierras salvajes.

Cuando Tawizu llegó encontró a Tamnus en un reservado, bebiendo un vino de excelente añada. Durante un rato hablaron de trivialidades. Estaba claro que Tamnus quería abordar un tema importante y para algunas cosas, en fin, seguía siendo un muchacho. Tawizu se temió que fueran de nuevo sus celos y reticencias sobre Pektukin… después de todo, el nuevo miembro de los capitanes de la compañía había demostrado con creces su valía en el último viaje. Cuando finalmente Tamnus habló, lo que dijo pilló por sorpresa a Tawizu:

- He estado pensando en el futuro… y todo eso. No me amedrenta el peligro pero ahora tengo alguien más en quien pensar. Mi esposa está embarazada…

Tawizu se quedó muy sorprendida durante un segundo, pero a continuación palmeó al muchacho en el hombro y pidió un buen vino para brindar con él. Claramente, no tan muchacho, se recordó de nuevo. Tawizu vio que Tamnus estaba feliz pero también parecía preocupado.

- Bueno, Tamnus, es una buena noticia sin duda, pero te veo tenso…

- Así es… Esto me ha hecho plantearme muchas cosas sobre el futuro y en fin, creo que es hora de que me asiente. He reunido suficiente oro y hecho suficientes contactos para vivir el resto de mi vida sin necesidad de volver a salir a jugarme la vida… No es que me asuste ir con vosotros…

Tawizu frunció el ceño y se puso seria. Así que era eso, pensó.

- No creí ni por un segundo que se tratara de eso. Aún así… no es una noticia que me alegre. Confío en tu arco y los hombres te respetan Y sobre todo, no creo que aguantes mucho en una vida tranquila antes de querer volver a salir a la aventura.

Tamnus se plantó.

- No es que estuviera pidiendo permiso, Tawizu, las normas de la compañía me permiten retirarme sin vergüenza. Si te lo digo es porque te respeto y porque merecías saberlo la primera. Y en fin, si me aburro en una vida tranquila, pues ya buscaré alguna alternativa.

Tawizu vio que Tamnus estaba decidido. No era ya ese muchacho asustadizo que los seguía para redimirse, había aprendido a ser un adulto que tomaba sus propias decisiones, y no se dejaba amedrentar. Estaba claro que Tamnus estaba listo para una vida sin aventuras, si era lo que había decidido. Le iría bien.

- No busques ninguna alternativa. Si quieres volver, la compañía siempre tendrá un lugar de honor para ti Tamnus, te lo has ganado de sobra. Además, la compañía necesita gente en el ducado que vele por nuestros intereses, si te parece bien.

El explorador parecía aliviado con la respuesta de Tawizu.
- Sí, me sentiría honrado de seguir siendo parte de la compañía de esa forma.

- Sólo una cosa te pido, Tamnus. - Tawizu miró a los ojos de Tamnus con toda la intensidad del sol del medio día en el desierto –. Muchos peligros se ciernen sobre Avarnia, y en algún momento del futuro, en fin, es posible que llegue el día en el que una batalla como ninguna otra se presente ante nosotros. Una batalla de la que es posible que dependa el futuro de tu familia. Espero que ese día pueda contar contigo.

- Sí, eso al menos os debo sin duda.

- Brindemos entonces. Espero que ese día aún esté lejos, pero cuando llegue, estoy seguro que tu arco marcará la diferencia.

- Sí que lo hará. Y es que por mucho tiempo que haya pasado, no creo que Amanthos haya mejorado su puntería…

Ambos rieron y brindaron. Un ciclo se cerraba y una nueva etapa comenzaba para todos. Y Tawizu reflexionó largo y tendido sobre como un acto de piedad y redención podía llegar a cambiar tanto las cosas, y cómo podría llegar a determinar el futuro, cuando todas las fuerzas y todos los esfuerzos fueran claves para la superviviencia

Y también finales de campañas enteras.

He aquí a Gromko como Ihum Exo:
No se sabe quien contó la historia por primera vez, ni se sabe si es real o no. Tal vez pasara no hace mucho o sea un rumor que trajo el viento de cuando los abuelos no eran más que niños correteando por las estepas.

Esta historia es usada ahora por abuelos Que intentan advertir a sus nietos, antes de que estos se suban a un caballo y exploren la estepa, del peligro de las estepas.

La historia, eso sí, fue iniciada en una noche de desahogo y  borrachera. Por alguien que perdió un amigo.

Esta dice así:

Muchos son los caminos. Pocos son, de ellos, los que te llevan por el sendero adecuado. En tal caso no es realmente lo importante, el destino está marcado, como el fuego marca el cuero. Pero hasta el más diestro marroquinero puede fallar y perder la pieza. Es así que conocí a mi amigo. Escapando. Huyendo de aquello que tanto temíamos. Acabamos reuniendo muchísimas historias: Liberar esclavos, combatiendo no muertos y matando nigromantes. Pero ninguna de estas cosas le prepara a uno para todo. Siendo tan valiente y osado, era casi imposible adelantarse a todos los peligros de las estepas: Yo lo vi tan cerca como te tengo a tí. Unas criaturas tan horribles y asquerosas como fuertes y grandes. Seis fueron las que emergieron de entre las arenas y sin más aviso que un susurro mataron al instante a mi amigo dejando tras de si historias, propositos y muchos, muchos sueños por cumplir. Es posible que te pase a tí, o que me pase a mí.
Pero una cosa es segura: Nunca te fíes de un montículo de arena en la estepa.

Gracias por leernos. Valmar Cerenor!

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