jueves, 16 de mayo de 2019

El Imperio Kalimpa

Al sur de Avarnia Meridional está el Gran Desierto, un océano de arena que desafía toda la vida. Cruzarlo es toda una aventura en la que la supervivencia depende de saber encontrar el próximo oasis en el camino, evitar las bandas de badauan (o úmiras azules) y no caer presa de los horribles monstruos y pueblos oscuros que habitan ocultos entre las arenas. En ciertos puntos de la ruta, es imposible llevar suficiente agua para completar la ruta, por lo que es necesario enviar a alguien a la próxima ciudad en un caballo veloz para avisarlos de que lleven agua para la caravana.

Pero un gran premio aguarda a aquellos que logran completar el largo camino: la ciudad roja de Daktakat se alza en el sajel, a orillas de la Reina de los Ríos, esperando a recibir mercancías de todo el mundo. Es la mayor ciudad del norte del Imperio Kalimpa, una de las naciones más poderosas de Asaria.

El Imperio compra y vende toda clase de mercancías: del norte llegan sal, tintes y especias. Del sur salen esclavos, animales y pieles exóticas. Pero si es conocido por algo es por el oro que una legión de esclavos extrae día y noche de las minas en lo profundo de las junglas del sur, y que fluye como un lento río hacia las orillas del mar Taryano.

Si lo que se cuenta es cierto, el actual emperador, Nasa Koisa, es probablemente el hombre más rico del mundo, con suficiente oro para hacer tambalear la economía de reinos menores. Y, además, es una tierra muy poblada y sus gentes están bien entrenadas, lo que también hace que el ejército del imperio Kalimpa sea uno de los mayores sobre la faz de Vicumena.

Es por eso que los avarnos temen sus contactos con otro poder: los azagaros del sur de Asaria han comenzado a moverse tras su largo letargo y no han dudado en mandar embajadas a la corte de Nasa Koisa, más dispuesto a recibirlos, que los descendientes de Tarya en el norte. Y, por lo que cuentan mercaderes y espías, los kalimpas no verían como descabellado intentar atacar a través del gran desierto con el apoyo naval de los amos de las serpientes.

Es por temor a esa invasión, entre otros motivos, que el duque de Avarnia Meridional empezó a dotar a los alguaciles de poderes para pacificar sus tierras y reunir información sobre ellas, pues la mayoría de rutas de ataque llevan a sus tierras como un cuello de botella.

Gracias por leerme. Valmar cerenor!

Ah, y he aquí un mensaje del Gran Maestre de la Orden del Hacha Naranja:

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2 comentarios:

Una limosna para la cruzada:

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