En esta ocasión se echaron a los caminos:
- Arguskar el clérigo de piel oscura
- Krónak el mago norteño
- Tawizu la princesa nómada
- Netir el apuesto guerrero avarno
- Tamnus, su joven aliado explorador
- y Amanthos el guía [áratha que se les unió en La Puerta del Sur.
De camino a la aldea de Faluga, donde, según se dice, los lugareños saben de la localización del árbol, vieron una comitiva de monjes marchando en la misma dirección. Amanthos empezó a ganarse la paga acercándose a ellos sigilosamente y confirmando que parecían llevar pesados sacos y armas debajo de sus hábitos.
Con esta nueva información, Krónak, Tamnus y Amanthos se quedaron atrás con las armas a distancia mientras que los otros tres, más duchos en combate, les daban el alto. Arguskar interpeló a su líder, Marcellus, que le explicó que eran monjes que se dirigían a retirarse a unas cavernas en las montañas. No obstante, Arguskar le tendio una trampa y descubrió que no eran de la orden a la que aseguraban pertenecer, de modo que se inició una rápida escaramuza que se saldó con la muerte de Marcellus y la rendición de los demás supuestos monjes, que reconocieron ser contrabandistas de sal, usando pasos poco vigilados para dirigirse al sur.
Los dejaron al cargo de los guardias del cercano caravasar, tras vender sus armas y la sal que portaban por un jugoso beneficio. Krónak se quedó aquí, prefiriendo dedicarse al estudio.
Al fin alcanzaron la aldea de Faluga durante la puesta de sol. Era una aldea de unos 200 o 300 habitantes, por lo que la posada era un pajar y la taberna gente bebiendo enfrente de la herrería. Aun así consiguieron recabar rumores sobre la zona, como la existencia de trasgos en los limes del norte y las colinas, o sobre unos enanos que estaban causando problemas al oeste, cerca de la aldea hermana de Hierbajas. Arguskar llegó a un acuerdo con el párroco del lugar para que les permitieran ver el árbol que responde a preguntas y Amanthos se codeó con los criminales menores locales, que le confesaron estar esperando un cargamento de sal.
A la mañana siguiente, al tratarse de alguaciles del Duque, los locales accedieron a guiarlos hasta su árbol mágico y permitirles hacerle una pregunta. La anciana ciega de cataratas que conocía el encantamiento para despertar al árbol estuvo de acuerdo en preguntarle dónde estaba la maravilla más cercana y abrió la marcha apoyada en su nieta.
El árbol era una vieja haya solitaria decorada con telas, creciendo en mitad de la llanura. La anciana se acercó y golpeó rítmicamente su tronco salmodiando en un idioma desconocido para los presentes hasta que la madera del árbol se arrugó para mostrar un rostro que respondió a la pregunta de la anciana en la misma lengua. Como ella explicó, había otra maravilla no muy lejos de allí, a dos horas al suroeste.
Los alguaciles no perdieron tiempo en ponerse en camino hasta allí para hallar un enorme pedestal con dos pies colosales de mármol, sin rastro del resto de la estatua. El pedestal estaba grabado con signos cuneiformes de Azgar, la escritura de los azagaros servidores del caos, pero también cubierto de símbolos de la ley pintados. Además Amanthos encontró en los alrededores huellas bovinas, pero de seres que caminaban a dos patas... Los alguaciles ya se notaban inquietos por la influencia maligna de la antigua estatua, por lo que decidieron dejarla atrás, haciendo nota mental para cuando se vieran capaces de destruirla por completo.
Arribaron finalmente a Hierbajas a fin de conocer a esos enanos que habían viajado tan al este. Allí descubrieron que los aldeanos estaban muy molestos con sus barbudos vecinos por pastar con sus cabras gigantes (que usan como montura) en los terrenos del norte, por lo que incluso se planteaban expulsarlos por la fuerza.
Fuente |
Las reuniones de paz fueron bien y los aldeanos aceptaron la presencia de los enanos, sobre todo si estos los ayudaban a mantener a raya a los hombres bestia. Y hubo gran regocijo.
A la mañana siguiente Tawizu había ganado algo de dinero en las apuestas, Amanthos había perdido un diente peleando amistosamente con los enanos, Netir tenía un tatuaje decente de su nueva hacha y Arguskar se había ganado buena fama en la aldea por haber oficiado un matrimonio: el del ebrio Tamnus con la prostituta del lugar. Las risas fueron enormes cuando preguntó si alguien conocía alguna razón para que el matrimonio no se oficiase. ¡Pero, por los dioses, qué juerga!
Una vez más se ha cumplido la justicia del duque y sus tierras son ahora algo más pacíficas. Muchas gracias por leerme. Para más info sobre Avarnia Meridional consultad el índice de entradas. Valmar Cerenor!
¡Pincha en el escorpión para unirte a Avarnia Meridional Online y este señor podrías ser tú! |
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Una limosna para la cruzada: