El origen y verdadera naturaleza de estos deseos es desconocido, pero los sabios atribuyen al Plano de las Tormentas de Tigres el ansia por la violencia y la depredación. Por eso en mundos provistos de vida y atmósfera suele manifestarse como poderosas tempestades y temibles cazadores salvajes.
Es un plano que desprecia las obras del hombre, no necesariamente porque esté alineado con la naturaleza, sino porque su propia naturaleza le lleva a devorar aquello que crean los seres inteligentes, ya sean sus hijos, en la forma de bestias salvajes, o sus edificios, que derrumba y convierte en polvo con saña.
Su lugar en la rueda de los planos es por ello el superior, no porque rija sobre los demás, sino todo lo contrario, porque siempre busca pisotear y reducir. Es la bestia que ataca con la ventaja de la altura saltando sobre sus enemigos.
Mientras que otros planos tienden a un tipo siniestro de evolución, intentando que las cosas mejoren de forma retorcida, este plano, como los adyacentes, es involutivo. Hace retroceder a bestias y hombres a un estado más primario, reduce a los humanos a simples salvajes sedientos de sangre, que lo adoran bajo la forma de crueles dioses con ídolos alzados en las alturas, observando crueles a sus súbditos.
Sus horribles guerreros y servidores hacen libaciones de sangre al cielo, se sientan en horribles tronos de huesos y recorren la estepa con sus gritos en honor al Caos resonando como truenos.
Temed por tanto al Plano de las Tormentas de tigres, pues su mal no puede sino ser la perdición de los hombres.
Gracias por leerme. Valmar Cerenor!
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