miércoles, 1 de mayo de 2019

Diversión en el templo desecrado | Avarnia Meridional - Reporte 18


Tras ser derrotados en la cueva de los trasgos, la compañía del Oso decidió dejar el lugar por el momento y poner rumbo al oeste en busca de aventuras.

En la aldea próxima, al grupo formado por Gundric, el montaraz, y Gaut el bribón, se les unieron dos valientes: el guerrero úmira Azûlay, y Averagus, el mago que no destaca en nada para bien o para mal.

Aventureros pateándose los hexágonos de Avarnia por Dan.
Mientras cruzaban uno de los afluentes del plácido Salúhn, hubieron de luchar por su vida contra unos licántropos cocodrilos, de donde salieron con buen pie salvo porque Azûlay fue mordido por una de las bestias del Caos.

Por desgracia no contaban con fondos para levantar la maldición, al haber dado con un sacerdote claramente simonita, pero como aún quedaba tiempo para la luna llena (momento en que la transformación sería completa), en el templo les propusieron una alternativa.

Una familia de devotos peregrinos, no muy lejos de allí, esperaban a alguien que pudiera defenderlos para internarse en las Lomas de los Ladrones y poder restaurar un templo de la ley desecrado, para mayor gloria de Onrimar, escultor de montañas.

La familia estaba formada por el padre, Hortensius, su esposa, sus dos jóvenes hijos (de veintipocos) y su hija, apenas de edad casadera, a los que pronto se refirieron colectivamente como los Hortensios. Todos ellos fervorosos seguidores de la Ley.

[Nota de Kha: eran unos Flanders del salvaje Oeste en Avarnia Meridional].

Continuaron así todos en caravana hacia el oeste, cruzando cerca de las guaridas que no hacía tanto los miembros del León y el Cocodrilo habían vaciado de ladrones.

¡La estacada!
Por suerte alcanzaron el templo sin percance y, tras observarlo, Hortensio acordó con los alguaciles que solo haría falta que les ayudaran a limpiar y alzar una empalizada y una torre de vigía alrededor del perímetro. Con esto y la bondad de los dioses, podrían valerse por sí mismos en esa tierra salvaje.

El mismísimo primer día de trabajos, volviendo con madera de los bosques cercanos, los aventureros y los hijos de Hortensio fueron atacados por una pantera gigante (cuyas huellas habían visto más al sur). Por suerte su númerp se impuso y no solo no hubo que lamentar bajas, sino que además se adueñaron de la valiosa piel del felino.

Bajo el ardiente sol de agosto prosiguieron los trabajos, rezando cada día para que la canícula no fuera tan fuerte y les permitiera terminar en unos diez días, como habían prevenido. Por suerte les llegó ayuda tanto voluntaria como no.

Octavia, una clériga viajera, decidió unirse al grupo. Y, poco más tarde, el templo fue atacado por algunos bandidos. Lograron reducirlos y los sometieron al yugo de la esclavitud, comenzando por ayudar a levantar la empalizada.

Dado que aseguraban provenir de uno de los cubiles de ladrones en el sur, decidieron enviar a Gaut, el más sigiloso entre ellos, a ver si era cierto que los malhechores tenían allí su posada.

No mucho después la empalizada estuvo completa, pero no había rastro de Gaut. Hasta que ese mismo día, al atardecer, Gundric dio la alarma desde la torre de vigía de que un fuerte contingente estaba rodeando el templo fortificado.

Su líder, presentándose como rey de los bandidos, lanzó a Gaut frente a las puertas del muro y declaró que si querían asentarse en estas tierras habrían de pagarle tributo o atenerse a las consecuencias.

Así, pero menos épico.
Los alguaciles no estaban dispuestos a admitir esto, por lo que decidieron tenderles una trampa: Octavia salió anunciando que negociaría los términos de la rendición, pero, al estar lo bastante cerca, usó sus poderes para invocar una luz cegadora, momento en el que Gundric atravesó al líder de un certero saetazo.

Buena parte de los bandidos, apenas disciplinados, emprendieron la fuga o comenzaron a traicionarse entre ellos allí mismo. Y los que consiguieron cruzar la empalizada no fueron rival para la lanza de Azûlay y los demás. Así quedó salvado el templo.

Con esto partieron al día siguiente con la bendición de Onrimar y la compañía de Hortensio, que daría fe de todas sus buenas obras y grandes hazañas.

Una vez más se ha cumplido la justicia del duque y sus tierras son ahora algo más pacíficas. Así Légobar, el juglar más rápido de Avarnia Meridional, se apresura a consignarlo en verso vulgar. Muchas gracias por leerme. Para más info sobre Avarnia Meridional consultad el índice de entradas. Valmar Cerenor!

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