En Sukero City pasa algo curioso. Si la ciudad es tan extraña, ¿por qué a casi nadie le importa? ¿Por qué no salen noticias sobre los rascacielos huecos construidos para contener dragones cyborg o los centros comerciales habitados por caníbales? ¿Por qué en Sukero la mayor parte de la población evita activamente pensar en los horrores metanaturales con los que conviven?
Algunos dan como explicación que existe una enorme conspiración o un poderoso conjuro de olvido sobre la ciudad o que la radiación W de fondo liberada durante la Guerra de la Grieta afecta a las capacidades cognitivas de los habitantes. Pero otros dan explicaciones más prosaicas y la mayoría pasan por lo que se conoce como la ofuscación metanatural.
Este es un proceso por el que gente que vive rodeada de elementos metanaturales que normalmente no suponen un riesgo inmediato y que pueden resultar hasta beneficiosos, tienden a no tenerlos en cuenta la mayor parte del tiempo como mecanismo de defensa para reducir sus disonancias cognitivas, en casos extremos, incluso negando que existan.
Y esto se ve especialmente exacerbado en el caso de Sukero por sus características sociológicas poco habituales al tratarse de una megaciudad densamente poblada en la que además existe casi una obsesión por la libertad personal y un individualismo rampante. Las consecuencias de esto son en general un desinterés crónico hacia todo lo que no les afecte directamente y una insensibilización hacia la novedad y lo extraño.
Después de todo, mirar es de mala educación y juzgar es antilibertario. Y todo el gore que puedas ver en la vida real es el doble de asqueroso en la realidad virtual.
Pero cuando algo realmente malo pasa los sukeritas no se quedan como pasmarotes intentando fingir que no hay un kaiju atacando su ciudad. De hecho, en estos momentos es cuando actúan del modo más esperable, pues experimentan el horror en el momento, pero rara vez el terror asociado. Una vez todo ha pasado, vuelven a sus vidas con normalidad si el incidente no ha tenido consecuencias permanentes. E incluso si las tienen, suelen lamentarse por los miembros perdidos, pero rara vez por el hecho de que lo que le arrancó el brazo fue un robot soviético.
Pero eso no quiere decir que la gente de Sukero esté loca o encadenada, solo que, al vivir en una ciudad llena de fenómenos extraños que además suelen esforzarse en bloquear, sus circunstancias, su visión del mundo y sus prioridades pueden acabar siendo salvajemente distintas a las nuestras.
Pero tampoco es tan raro. ¿Sabes tú qué demonios hacen tus vecinos dos plantas más arriba en sus ratos libres? ¿Te importaría realmente si fueran hombres lobo? Si dices que sí, seguramente eres de esas personas que llaman a la policía cuando escuchan una pelea fuera o denuncia a todos los conocidos que sabe que venden droga, en vez de seguir con su vida sin meterse en problemas.
Si piensas que esta explicación no tiene sentido y eso nunca podría pasar, ya sabes cómo se siente esa gente justo antes de darse de bruces con la realidad de Sukero City.
Gracias por leerme. Valmar Cerenor!
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