La compañía de alguaciles del León y el Cocodrilo, formada por los aguerridos Arguskar el clérigo de piel oscura, Krónak el mago norteño, Tawizu la princesa nómada y Netir el apuesto guerrero avarno, se embarcaron en un viaje al norte.
Este 23 de marzo, según el calendario yabeliano, se unieron a la caravana de Marcus (el de Fauch, no el de Tumurkán) que iba rumbo al norte, con el fin de vigilarla y ver con sus propios ojos las fabulosas puertas del limes umira.
Esta caravana partió el 26 desde Lóvaraz, sede del buen duque Fadrich. El camino no tuvo demasiados sobresaltos hasta alcanzar la aldea de Garrena, bañada por las aguas del río Salúhn. A lo lejos, los buenos alguaciles contemplaron una columna de humo surgiendo de las casas.
Se separaron de la caravana y, montando los dromedarios de los guardias, se aproximaron para comprobar que en efecto estaba siendo pasto de una banda de forajidos que estaban pasando a cuchillo a los aldeanos.
Sin dudarlo retornaron a la caravana para solicitar la ayuda de los guardias de Marcus y dirigieron la ofensiva. La aldea estaba al otro lado del río y cinco bandidos guardaban el puente que llevaba hasta el otro lado, de modo que Tawizu y Netir encabezaron la carga contra ellos, sin amedrentarse por las balas de hondas zumbando junto a sus oídos.
Cuando finalmente los alcanzaron, Tawizu, como buena jinete, mató al primero y arrojó a otro al agua con la carga de su dromedario. Mientras tanto Netir a su lado, Arguskar tras ella y los guardias con sus lanzas sembraban muerte entre los custodios restantes.
Así, pero menos épico. |
Los demás bandidos, al verse igualados en número y temerosos de la ira del buen Duque salieron huyendo, algunos de ellos, bestias del caos, transformándose en chacales. ¡Habían vencido ese día y salvado a las buenas gentes de Garrena!
Finalmente fueron cuatro los muertos y seis los capturados. Entre ellos el muchacho que había caído al agua y había logrado nadar hasta la orilla. Él les contó que había ejercido como forajido esclavizado por la banda desde hacía pocos meses y verazmente les dijo que tenían su guarida más al sur, en las colinas, donde también se habían aliado con los hombres chacal que los ayudaban en sus correrías.
El nombre de este muchacho era Tamnus y Tawizu lo acogió como servidor como manera de expiar sus pecados. Al resto de los maleantes (y las cabezas de sus muertos), los transportaron prestos a Aquae Turbae, noble puebla, para que el barón Hanrich pudiera disponer de ellos.
Allí también supieron de boca de Felix de Agrus, su maestro de armas, que no muy lejos un noble avarno llamado Gordimand el Feroz retaba a todos los guerreros que querían cruzar un puente del Salúhn hacia el norte. Hasta el momento había derrotado a 17 y a todos los había obligado a regresar a Aquae Turbae a declarar ante Aigild, la hija del barón, que Gordimand era el más bravo de los guerreros y Aigild la más hermosa.
Con esta nueva información, los Alguaciles volvieron con la caravana para retomar el camino bien pasadas las horas de calor sofocante y alcanzaron el caravasar conocido como El Descanso de Mellina, donde hicieron noche.
Pero antes de retirarse un anciano trabajador del caravasar les habló de unas colinas al noroeste, donde hay una puerta de piedra con extraños glifos azagaros a las que nadie se acerca. Los alguaciles consideraron hacer justo eso durante la noche, pero prefirieron descansar y concentrarse en su objetivo de continuar hacia el norte.
¿Quién sabe qué hazañas les esperarán en el futuro a ellos y a otros valientes que recorran Avarnia Meridional?
¡Muchas gracias por leerme! Valmar Cerenor!
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