miércoles, 25 de julio de 2018

Criaturas de Ablaneda: serranas

En puertos y pasos de montaña recónditos y escondidos habitan mujeres salvajes a las que, por su hábitat natural, se las conoce como serranas. Estas criaturas, si bien humanas, se caracterizan por sus costumbres tremendamente rústicas incluso para los naturales de Ablaneda y su simplicidad moral, al desconocer la luz de Cristo, por lo que se mueven por el monte casi como animales, cazando con armas sencillas o incluso las propias manos y ataviadas con ropas de basta factura, pero son aun así siempre de notable hermosura y fuerza sobrehumana.

A menudo, cuando los viajeros que han de cruzar las montañas se extravían por lo duro del camino o lo hostil del clima, no hallan más remedio a sus pesares que solicitar albergue a las serranas, que les suelen exijir un peaje en forma de regalos o, más comúnmente, satisfaciendo sus instintos más bajos y carnales.

No son pocas las historias de viajeros desaparecidos, probablemente por haberse negado a pagar tal peaje o haber incurrido de alguna otra forma en la ira de estas salvajes amazonas montañesas. A veces son ellas mismas las que asaltan y raptan a los viajeros, llevándolos al hombro hasta sus cuevas, donde guardan los huesos de aquellos que las contrariaron.

Hacia otras mujeres no suelen sentir más que celos y poco se sabe qué hacen de los hijos frutos de sus esporádicas relaciones, si bien no son pocos los que murmuran que devoran a los niños, criando solo a las niñas. Otros piensan que son fruto del ayuntamiento de un pastor con una yegua, pero Dios me libre de difundir tales habladurías.

Otros hablan de un grupo de serranas más discretas y civilizadas, a la manera de las antiguas amazonas. Pero si son ciertas esas historias, jamás las han podido confirmar mis ojos.

Aquellos directores que deseen añadir las serranas a sus partidas de Ablaneda harán bien en otorgarles cuatro dados en enfrentamientos de fuerza o que requieran moverse por las tierras salvajes, pero solo uno en tareas de ingenio, ya que son crédulas y no muy difíciles de engañar.

Gracias por leerme. Valmar Cerenor!

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