miércoles, 21 de noviembre de 2018

Las castas de ladrones de Fauch

Thief from the “red box” basic D&D
rules (Jeff Easley, Mentzer D&D
Players Manual, 1983)
Avarnia Meridional es un territorio de frontera, al borde del Gran Desierto, apenas regado por unos magros ríos y expuesto a las incursiones de los nómadas y las fuerzas del caos. Lo único que le permite ser una tierra próspera son las mercancías que fluyen como un río constante: sal hacia el sur, oro hacia el norte.

Pero el norte de Avarnia, al otro lado de las Montañas del Titán, es una tierra más rica y amable, y en ella medran grandes ciudades. Una de las más famosas y antiguas es Fauch, llamada así en el dialecto local por las fauces del río próximo. En esta antigua población destacan dos cosas por encima de las demás:
  1. Su gran escuela catedralicia y otros lugares de conocimiento, que la convierten en cuna y hogar de sabios y clérigos.
  2. Sus numerosas familias de ladrones, cortabolsas y atracadores, conocidas como las Castas.
Por su posición geográfica, Fauch también es zona de paso obligado para numerosas caravanas y, al ser una gran coudad, inevitablemente ha dado lugar a toda clase de maleantes.

Pero estas castas están mucho mejor organizadas e integradas que simples bandas, al ser familias extensas dedicadas al latrocinio en combinación con otros oficios a modo de tapadera.

Y esta organización les ha permitido extenderse, creando sucursales en otras ciudades de Avarnia. Por supuesto en puertos como Elefantina, Hagathor o Séptima Augusta, pero también en el sur, en Lóvaraz, el nodo comercial de Avarnia Meridional.

Es por ello que un ladrón en esas tierras podría pertenecer a una de las ramas meridionales de alguna de las familias: los Publio, los Tengüit, los Amala, los Canáter o los Araña. Por supuesto les deberá lealtad (la sangre es más espesa que el agua, pero eso no impedirá que salga de tu cuerpo si te apuñalan) y, a cambio, contará con el apoyo de un clan en las ciudades principales que podrá echarle una mano, conseguirle recursos y gente o ayudarle a hacer contactos. Siempre a cambio de una contribución adecuada a la familia, claro, que hace mucho que no te vemos, primo.

Gracias por leerme. Valmar Cerenor!

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