Boos Yahvé ilustrada por su jugador. |
Ahora vamos a recapitular un poco más. Dejamos a Cath (la chica mágica de lluvia/imán de rarezas/mocosa entrometida) y Satoshi (supersentai y ultra-artista marcial) en el metro, a punto de ser secuestrados, pero tenemos que volver atrás al sábado para contaros que fue de Boos, nuestra chica-gato-mindrunner favorita.
A lo mejor recordáis que el sábado de la semana anterior tuvo cierto encontronazo con la Inquisición en Sukero que se saldó con Cath perdiendo su casa a manos de una criatura alienígena y donde los dos inquisidores que la perseguían acabaron muertos, cosa que Boos, siendo ella misma, aprovechó para robar una de sus llaves mágicas que hasta ahora no sabíamos qué hacían. Todo había sido debido a un fallo en los archivos de la organización que ella... amablemente arregló por ellos hackeando su base de datos.
Pero parece que esto no fue suficiente. El sábado por la mañana alguien pega en su puerta y descubre que es una jovencita con hábitos. Cuando se niega a abrirle, la monja pega con alguna más violencia usando un mayal para destrozar la cerradura y meterse en la casa. Ante este despliegue de fuerza Boos llegó a la conclusión de que no se puede jugar con los católicos y acepta negociar.
La monja, que se presenta como sor Consuelo, tiene como misión recuperar la llave robada y su investigación señala que está en posesión de Boos. Esta consigue convencerla de que no la tiene sino que obra en las manos de la banda de moteros caballo con la que tiene algunas cuentas pendientes. Por supuesto es mentira y debería darle vergüenza mentir a una monja, pero sor Consuelo se lo compra tras registrar el piso sin éxito, de modo que se ofrece a escoltar a Boos hasta el cuartel general de la Inquisición en Sukero. Y lo ofrece tan amablemente que Boos no puede negarse.
Claro que por el camino la convenció de parar en una cafetería a resolver... sus asuntos de señorita... Y una vez en el baño...
—Boos: quiero tirarme un pedo lo bastante fuerte como para que parezca que estoy descompuesta.
—Hombre de blanco: falla una tirada de Cuerpo.
—Boos: 4.
—Hombre de blanco:: Ugh...
Una vez había ganado bastante tiempo, escondió la llave y, usando su cibercerebro consiguió el contacto de la dependienta de la cafetería. Al principio la chica se pensó otra cosa cuando le dijo que estaba en el baño y le ofrecía dinero por ir con ella discretamente, pero después todo se aclaró cuando Boos simplemente le pidió que recogiera la llave que lla iba a dejar escondida una vez saliera y la guardara hasta que alguien fuera a recogerla. A cambio de unos cuantos mon, por supuesto.
Y, tras esto, se puso en contacto con Narcot6, el reclusivo amante de las conspiraciones con el que está investigando a los antedichos pandilleros-caballo] para que fuera él a recoger la llave. Muy a pesar de él.
Así por fin Sor Consuelo se las ingenió para terminar de escoltarla hasta el cuartel general de la Inquisición en Sukero, donde Boos volvió a contar la misma historia y finalmente la hicieron confesar su falta ante un sacerdote (aunque creo que es... ¿Judía...? Se apellida Yahvé...) y como penitencia, le encomendaron ayudar a sor Consuelo a encontrar la llave. A partir del lunes, que el domingo es día de guardar. Y encima Domingo de Ramos...
Y fue ese domingo cuando Boos, ya libre, fue a uno de los sitios de encuentro de Narcot6 a recoger la llave. El chico se ha vuelto especialmente paranoico desde que una banda de tipos con machetes y máscaras de conejito lo persiguieran por un centro comercial para matarlo. Y Boos teme que la Iglesia pueda detectar que la llave obra en su poder.
Pero no todo es tan fácil en Sukero, especialmente si incluye transporte público. En el metro, se sentó a su lado una chica de aspecto normal que llevaba un gran oso de peluche y Boos no hizo ademán de apartarse. Pasadas un par de paradas, la chica le dijo que llevaba una uzi dentro del oso y que por favor no se asustara, que iba a ir con ella.
Boos en efecto no se asustó: avisó silenciosamente a la empresa de seguridad del metro usando su cibercerebro y escapó hackeando el sistema de control de las puertas del metro, dejando que la chica resolviera sus diferencias a tiros con los guardias.
Encontró a Narcot6 esperándola en un edificio abandonado y, después de intentar hacerle sentir incómodo insinuándosele sin éxito, recuperó la llave y se enteró de que, por lo visto, la táctica de los carteles solo estaba consiguiendo que se pudieran en contacto con él locos y bromistas, pero está bastante conforme con eso.
El lunes sor Consuelo llegó temprano a casa de Boos a primera hora y se llegó una agradable sorpresa al ver que la llave ya esaba ahí. Boos le dijo que ya la había recuperado y no vio necesidad de hacer más preguntas ahora que el objetivo ya estaba cumplido.
Y resuelto todo esto la chica gato volvió a su rutina de tocar el violín furiosamente en la calle para ganar unas perras. Muy furiosamente.
En el próximo actual play, Cath y Satoshi también se dan contra una pared de ladrillo literalmente intentando volver a casa en metro. Hasta entonces, gracias por leerme a mí y a Kha. Valmar Cerenor!
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