Saludos, muníficos lectores.
Tras los hechos de la batalla contra los goblins, el domingo 18 de marzo del año 2435 del calendario de Armendûr se reunió de nuevo un grupo de aventureros para partir en una nueva expedición. Estos eran Athelstan el guerrero nordés, Ogyala la bruja, Wilmott Murderface el ladrón y Darathil el explorador junto con sus cuatro seguidores recién contratados: Gigo el infante, Truril la infante, Imwam el ballestero estoico y Fjothmail el arquero, que en buena medida actúa como sargento no oficial.
Partieron desde Mediovado hasta Monzobecerro para aprovisionarse en este mayor mercado y, una vez allí, tomaron la determinación de que sus pasos les llevarían a un túmulo en las lindes de los dominios del Emperador Liche del que habían oído hablar. Al día siguiente, lunes 19, partieron de buena mañana y alcanzaron el monumento funerario siguiendo el mapa que les había proporcionado en su día la catedral de Cerenor.
Allí, entre los árboles marchitos, la tierra gris y el aire rancio donde no cantan los pájaros, descubrieron que estaba bloqueado por una pesada losa de roca en la que estaba tallado en letras élficas "Ybrialë", como pudo interpretar Ogyala. Aunque el túmulo parecía relativamente tosco, el grabado de las letras era de muy alta calidad.
No deseando esperar más, levantaron la roca usando piquetas, cuerdas y bestias, y les recibió una bocanada de aire enrarecido. Entraron a la primera sala a la que conducían unas profundas escaleras y encontraron allí un sarcófago en el centro y tres puertas: a los lados, de piedra, con cabezas de cabra labradas, y, al fondo, bajo unas escaleras menores, una de madera reforzada y sellada con yeso.
Estudiando estos elementos no tardaron en oír que algo raspaba en el interior del sarcófago. En ese momento alguien dijo que podría tratarse de la famosa Ybrialë, pero al pronunciar este nombre en voz alta, les llegó un profundo suspiro procedente de la puerta lateral derecha.
Además, curiosamente oyeron pasos fuera en ese momento. Guardaron silencio por un momento, pero después salieron con cuidado y vieron a bastante distancia a tres hombres bien vestidos que se alejaban del túmulo. No queriendo arriesgarse a descubrir quién podría ir vestido de esa guisa en esta tierra muerta y maldita, volvieron a bajar.
Primero abrieron el sarcófago con cuidado, donde descubrieron a un zombi al que destruyeron. Tras esto, abrieron la puerta oeste (la opuesta a la del suspiro), donde encontraron un altar en el que estaba inscrito "ORCUS" con cráneos de cabra. La pared estaba rodeada de hornacinas con urnas de cenizas. No se atrevían a entrar, pero Ogyala la bruja se río de ellos, entró como si nada en la sala y agarró uno de los cráneos para burlarse como si les fuera atacar. En efecto en esa sala no había nada más de interés.
De modo que volvieron la vista hacia la del este, donde habían oído el pesaroso suspiro. La abrieron del mismo modo y hallaron una sala muy similar, solo que sobre el altar había un esqueleto humano completo y, tras él, les esperaba la forma de una elfa no muerta, cubierta de flores marchitas y sosteniendo una gran espada a dos manos.
La cubrieron de ataques sin éxito mientras se retiraban, por lo que llegaron a la conclusión de que debía ser una tumularia. Con su espada casi hiere seriamente a Darathil y solo los dados, digo, los hados quisieron que no llegara a tocarlo y a drenarle la energía, lo que hubiese significado la muerte de alguien tan bajo en el escalafón del heroísmo.
Considerando que todo este asunto les venía grande, hicieron un último esfuerzo por salir de la tierra muerta antes de que anocheciera y vivaquearon en sus lindes. Durante las guardias no pasó gran cosa, aunque a Wilmott le tocó el turno con Imwam el ballestero taciturno. Cuando Wilmott le sacó conversación, una de las frases más largas que profirió fue preguntarse si los gigantes se llamaban así porque eran muy grandes o si a las cosas muy grandes se les llamaba así por los gigantes. Wilmott mostró sincero interés en la conversación, pero debió de ofenderle de algún modo (doble uno en una tirada de reacción), porque ahora está claro que al ballestero no le importaría demasiado si el ladrón amigo de su jefe muere en alguna parte.
Regresaron a Monzobecerro y pasaron un día para que Darathil descansara. Ogyala puso un cartel anunciando que buscaba animales exóticos y Wilmott por su parte se pilló una tremenda cogorza que lo dejó con una notable resaca habiendo gastado la mayor parte de su dinero.
A la salida de Monzobecerro, pues habían decidido volver a Mediovado, se toparon con un predicador de Anasel, la diosa legal buena, que demostraba cómo gracias a su fe en la buena dama era capaz de coger dos cobras con las manos desnudas. Los aventureros le increparon y se rieron un poco de él, y el predicador, de nombre Sanathor, lamentó su impiedad.
Al volver a Mediovado y dirigirse a la rectoría maldita descubrieron que, tras numerosas peticiones (por parte del propio grupo) de que las autoridades hicieran algo con los ataques de hombres bestia, la iglesia de Cerenor ha dado un paso al frente tapiando las salidas conocidas y vallando el lugar para que no se acerquen más criaturas. Así se lo informó Cithlond el sacerdote, segundo de la iglesia en Mediovado. A pesar de las peticiones de los jugadores, les indicó que ellos solo cumplían órdenes y tenía que rogarles que abandonaran el lugar. Así lo hicieron, aunque no sin sospechar que posiblemente tendría que haber más entradas, a sugerencia de Fjothmail el arquero.
Aun así decidieron dirigirse a las ruinas de la antigua torre del norte, ya conocida popularmente como la mazmorra del ladrón, no sin antes recoger a Glormo el hondero mediano seguidor de Ogyala. Allí exploraron un pasillo por el que aún no habían accedido y descubrieron otra sala más que parecía llena de ratas gigantes, haciendo que el total ascendiera a dos.
Debido a diversos motivos (aquí cambiaron de sesión y por tanto de grupo), Darathil, sus mercenarios y Wilmott abandonaron el lugar, pero en su lugar llegó Elethin, la bladedancer de Anasel que ya tiene una ligera cojera y le falta un ojo, así que básicamente es una monja con dos espadas y un parche de la diosa del bien absoluto.
Decidieron dar cuenta de las ratas y crearon un complejo mecanismo con comida sobre un charco de aceite militar, un chorro de aceite normal que llegaba hasta él y una cuerda que pivotaba en una piqueta en el suelo para poder tirar de ella y que se abriera. En conclusión: engancharon a tres de las once ratas que salieron, abrasadas en el acto. El resto no se atrevía a salir por miedo al fuego y se hacinó en su nido al fondo de la habitación, donde los aventureros las acribillaron con sus armas a distancia.
Registrando este nido de paja, ramitas, huesos y otros restos encontraron 1.200 monedas... de cobre. Que Galgrim el enano quería tirar con asco, pero que Elethin se quedó para invertirlas sabiendo que los cambistas le pagarían un 0,02 % TAE más por ellas que por el oro si las dejaba en un depósito a corto plazo. Al enano le seguían dando asco.
Siguieron hacia el sur, giraron por un codo al este y, tras dar un cuarto de vuelta a la mazmorra prácticamente, el pasillo volvía a girar al norte a una habitación con dos puertas, pero también continuaba hacia el este, donde describía otro codo hacia el norte.
Decidieron explorar las dos puertas del norte, debido a que les olía raro. Literalmente. El de la izquierda era más pungente y difícil de distinguir, aunque era similar al estiércol. El de la derecha era claramente animal, cosa que se confirmó cuando oyeron un grito al otro lado. Algo los había olido. Algo grande. Algo grande que se dirigía a la puerta.
Un enorme simio blanco salió por la puerta para hacerles frente y ellos bajaron al punto donde el pasillo dibujaba la T para poder rodearlo y hacerle más ataques. Galgrim conminó a los que quisieran vivir que se pusieran al oeste donde había un pasillo que sabían a dónde llevaba en caso de fuga y él se colocó al este con Athelstan.
Mientras hacían frente la bestia, vieron aparecer por el oeste a una decena de kobolds, que pararon a mirar qué pasaba, y los aventureros, sabiendo de sus anteriores interacciones, les dijeron que venían a liberarlos de los osgos, por lo que los reptilianos no atacaron inmediatamente.
Por la misma puerta del norte hicieron acto de presencia cuatro de dichos osgos, pero por suerte para entonces ya habían dado buena cuenta del simio gracias a la habilidad marcial de Galgrim y Athelstan, las fauces de Fenrir, el perro de este último, las espadas de Elethin y la escoba asesina de Ogyala.
Los osgos bsucaron batalla y, tras un primer asalto en el que cayó uno de ellos a pesar de su fuerza imponente, los kobolds decidieron que en efecto venían en su ayuda y cayeron sobre sus peludos señores.
Estos, viéndose rodeados, terminaron por caer, no sin antes llevarse a cuatro kobolds por delante intentando abrir una vía de escape y dejar malherido a Fenrir, que claramente era la mayor amenaza para su integridad. Ahora los cuerpos de las grandes bestias de más de dos metros yacían destrozados en el suelo junto con los de su mascota el simio.
Hecho esto, los aventureros, con Galgrim como representante, parlamentaron con los kobolds y siendo estos legales como el enano (el resto, salvo Elethin, que obviamente es neutral buena, eran todos neutrales absolutos), llegaron fácilmente a un trato para recuperar y repartirse a partes iguales las pertenencias de los osgos. Por supuesto cuando digo que los kobolds son legales me refiero a legal maligno, pero, eh, nadie es perfecto. Y Galgrim, siendo legal bueno, era el primero dispuesto a hacer una tregua.
En primer lugar, entre las pertenencias del líder osgo (al que Ogyala reconoció como el que fumaba en pipa hacía unos días), hallaron una llave y un guante manchado con una sustancia amarilla. Se dirigieron hacia el cubil de los osgos con Glormo y un kobold en cabeza, que prontamente cayeron en una trampa de foso instalada por los osgos, pero salieron bien parados del batacazo.
Finalmente en el salón de los osgos, que lo usaban infrecuentemente durante distintos viajes, descubrieron un brasero de valor y un cofre con monedas de electro y gemas cubiertas de la misma sustancia que había en los guantes del líder osgo, así que procedieron a lavarlas antes de manipularlas.
A la hora del reparto, los kobolds se quedaron con el brasero y les dejaron la gema de más valor por una cantidad que después resultó ser más que su valor, pero estas cosas pasan cuando nadie tiene conocimientos de tasación.
Se despidieron de los kobolds obteniendo el nombre de su líder (Ghailgailg) e iban a abandonar el lugar cuando en las escaleras de salida se toparon con un quinto osgo. Se lo explicaron todo, pero el humanoide no entendía común. De todos modos, viendo un grupo más numerosos y fuertemente armado que le gritaba y hacía aspavientos, simplemente se fue viendo que las cosas no estaban a su favor.
Galgrim, no pudo evitar volverse para avisar a Ghailgailg de los suyos de la amenaza que representaba para ellos un único osgo suelto y este le dio las gracias aunque en otras circunstancias pudieran verse como enemigos.
Hecha la buena obra del día, regresaron a Mediovado, donde
hicieron sus gestiones para vender las gemas e invertir las monedas de
cobre. En la próxima sesión es incluso posible que alguien suba al nivel 2.
De momento, he aquí las estadísticas de la campaña hasta la fecha:
- Sesiones jugadas: 18
- Tiempo de juego transcurrido: 19 días
- Jugadores individuales: 19
- PJ individuales: 29
- Muertes definitivas: 4
- Total de PX repartidos: 12536
- Jugadores en promedio por sesión: 6
Y yo me despido dándoles gracias por leerme. Valmar Cerenor!
Y antes de que os vayáis: si os interesa todo esto, meteos en mi refulgente server de Discord, gritadme "Armendûr" por ahí y en menos de lo que canta un gallo os tendré haciéndoos un PJ en el canal secreto.
Esta me faltaba por leer, así que «check» ✔, todavía con cagarrinas de que me hubiera echado el guante esa tumularia.
ResponderEliminarLadykiller
Eliminar